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El hombre que muerde al perro y la mujer que acosa al hombre

Catalina Uribe Rincón

30 de julio de 2022 - 12:30 a. m.

Varios medios de comunicación cubrieron el acoso de una mujer a un soldado en Transmilenio. El video del incidente se publicó en redes el 23 de julio. Desde entonces, El Tiempo, Semana, Noticias Caracol, Blu Radio, Las2Orillas, entre otros, hicieron noticia del acoso. Algunos de los titulares fueron: “Miren ese cuerpo: mujer coquetea a grito herido”, “Papasito, ¿cómo te llamas?”, “La mujer que morbosea y achicopala a un militar”. El reporte atravesó departamentos. Incluso Q’Hubo Bucaramanga consideró importante registrar el incidente capitalino y añadió: “Por medio de un video que se ha vuelto viral en la red social Twitter, se pudo ver el incómodo momento que tuvo que vivir un soldado en pleno Transmilenio”.

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La regla general que nos repetían los profesores de periodismo era: “Noticia es que un hombre muerda a un perro, no que un perro muerda a un hombre” (“hombre” era la palabra que se usaba para referirse a todo ser humano). La lección le apunta a eso que hace que algo sea noticioso: lo inaudito, lo que tiene impacto, lo raro, lo que genera interés humano. Si seguimos la lógica periodística para la noticia del soldado, la lección sería: “Noticia es que una mujer acose a un hombre, no que un hombre acose a una mujer”. Y es así porque el acoso a la mujer es tan generalizado, tan esperable, que no merece esfuerzo periodístico a menos que suceda algo atípicamente gráfico y brutal, algo que se salga del daño cotidiano.

Está tan normalizado el sexismo que para poder reportar sobre el abuso a la mujer se requiere del mejor periodismo investigativo. Si la reportería no es impecable, la nota se vuelve revictimizante o, en el mejor de los casos, una discusión del tipo: “Él dice, ella dice”. El libro She Said, de las periodistas Jodi Kantor y Megan Twohey, resalta lo difícil que fue que el público estadounidense se tomara en serio el acoso sexual. Para quienes no lo saben, fueron ellas las autoras del reportaje que destapó el escándalo de Harvey Weinstein. Su calidad periodística evidenció la realidad, generalidad y vileza de los abusos denunciados por el movimiento #MeToo.

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She Said me hizo pensar en otra arista del problema: lo arduo que es denunciar el sexismo cuando el medio se piensa a sí mismo como liberal. Como lo dicen las periodistas, el mismo The New York Times cayó en las distorsiones de la buena conciencia progresista. Rose McGowan, una de las actrices y testigos clave para el caso Weinstein, casi no habla con el periódico por el trato humillante que le habían dado anteriormente en sus páginas. Como lo reportan Kantor y Twohey, al Times se le ocurrió que podía poner un discurso político de la actriz en las páginas de Estilo, por eso de que toda actriz debe ser ligera. McGowan resaltó además que cuando denunció la violación de Weinstein los medios la humillaron mientras adularon al perpetrador.

El libro insiste que Weinstein se mostró muchas veces como un feminista liberal. Recogió fondos para la campaña de Hillary Clinton, hizo una gran donación para crear una cátedra a nombre de Gloria Steinem e incluso caminó con un gorro rosado en la marcha de las mujeres de 2017. Esto lo resalto porque vamos a entrar a un gobierno progresista y es más duro denunciar a quienes van con “gorro rosado”. Las denuncias contra Weinstein tuvieron más fuerza por el contundente rechazo generalizado al sexismo de Trump.

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Siento mucho el acoso al soldado. Pocas cosas tan denigrantes como perder potestad sobre la materialidad de nuestros cuerpos y quedar a merced de la voluntad incontenida de otro sin nuestro consentimiento. Pero que ese incidente haya sido noticia nacional nos alerta de que el esfuerzo no debe estar en el hombre que muerde al perro sino tal vez en los lobos de gorro rosado.

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