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El racismo y nuestro pasado violento

Catalina Uribe Rincón

03 de diciembre de 2014 - 11:00 p. m.

En EE.UU. siguen las protestas por el asesinato del adolescente negro Michael Brown a manos de la policía.

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Las marchas ya llevan cuatro meses y muy seguramente se extenderán hasta el año entrante. Mientras tanto, nuestros titulares escriben: “Continúa la pesadilla racista en Estados Unidos”. Pero acaso, ¿no compartimos también nosotros esa pesadilla?

En días recientes Fernando Delgado, concejal de Risaralda, fue condenado por el delito de hostigamiento por motivos de raza, religión, ideología, política u origen nacional, étnico o cultural. La razón: comparó a los negros, indígenas y desplazados con un cáncer. Algunos han opinado, como suele ocurrir, que no era para tanto, que la afirmación se cogió por fuera de contexto. Lo mismo que se dijo cuando el diputado Meza afirmó que “meterle plata al Chocó era como perfumar un bollo”.

Varios estudios indican que somos de los países de la región que menos tienen prejuicios contra la raza negra. Lo anterior se mide a partir de la valoración de las opiniones que expresan los colombianos sobre esta minoría. Pero, conviene preguntarnos: ¿serán nuestras valoraciones positivas o simplemente ambiguas? Finalmente, el que nos consideremos uno de los países más felices del mundo sólo puede hablarnos de la distorsión de nuestras ideas.

   Leyendo sobre el caso Brown, muchos atribuyen la importancia del vergonzoso pasado común de la esclavitud para la unión de los norteamericanos en la lucha contra el racismo. En Colombia también tenemos un pasado común: la violencia. El problema es que este pasado, que invade nuestro presente, incluye a toda la población colombiana. Creemos que nadie ha sido especialmente violentado porque todos hemos sufrido los estragos. Lo que es de todos, por lo mismo, no es de nadie.

Sin embargo, es claro que hay víctimas que lo son más que otras y que hay quienes han sufrido la más crasa violencia por ser mujeres, indígenas o negros. Con las mujeres, por fin, hemos ido mejorando. Recientemente se condenó a Mancuso por 175 casos de violencia sexual. Pero en los otros casos, no sólo estamos atrasados, sino simplemente no hemos siquiera comenzado.

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