El Senado cafetín

Las noticias que en este momento tenemos del Senado son, entre otras, que Paloma Valencia está inconforme con su oficina, que unos senadores llevaron pancartas pidiendo fin a la ocupación de Palestina, que Iván Cepeda sigue con su obsesión por Uribe y que el Centro Democrático interviene sólo para recitar (como en presentación de preescolar) que su líder es lo mejor

 Todos estos políticos llegan con su guión y los periodistas, felices, los citan y les siguen el juego.

No es nueva la idea de que los políticos viven en campaña mientras ejercen. Autodefinirse constantemente para proyectar la mejor imagen de sí mismos hace parte de su profesión, pues de ello dependen la popularidad y el futuro de su carrera. Pero ¿es esta puesta en escena lo único que importa en un espacio de “tan gran envergadura” como lo es el Senado? ¿Cuál es el rol de los medios de comunicación en este contexto?

El periodismo político en Colombia se ha convertido en una adulación del poder. No porque admire o defienda los ideales de un partido en específico sino porque muchos periodistas (algunos sin ser conscientes) son fans del espectáculo que trae la política. Les fascina citar a los políticos que más show hacen con el fin de generar una resonancia en la opinión pública, principalmente en redes sociales y foros de opinión. Los nuevos periodistas son ahora los gobernantes que quieren actuar la noticia y para ello dirigen el contexto y seducen reporteros.

Pero así como la Fifa decidió no filmar a aquellos hinchas que entran a la cancha en medio del juego, es hora de que los medios le quiten las cámaras al show de ciertos políticos para dárselas a las discusiones de verdad relevantes. Que llegue de nuevo al poder el expresidente que exitosamente comunicó en vez de gobernar es una alerta para que las conversaciones de cafetín que se dan en el Senado no se conviertan en el nuevo circo del pueblo.