Ruth Bader Ginsburg, la jueza estadounidense, fue una devota de la música clásica durante toda su vida. La ópera, sin embargo, tuvo un lugar especial en su corazón. Un lugar que compartió con su colega y amigo Antonin Scalia. Su amistad no tendría relevancia si no fuera porque Gingsburg y Scalia fueron en muchos aspectos opuestos. No sólo era él famoso por su temperamento explosivo, mientras ella fue conocida por su mesura, sino que se encontraron toda su vida en los dos extremos de la interpretación de la Constitución: él, un conservador católico ceñido a la letra de la ley, y ella, una liberal judía convencida de que las leyes tenían que cambiar con la sociedad. Aun así, pese a sus diferencias políticas e intelectuales, lograron una sana y profunda amistad.
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Ginsburg, Scalia y la ópera
26 de septiembre de 2020 - 03:00 a. m.