Hoy se reúne el comité ejecutivo del Polo para decidir qué rumbo tomará el partido después de las pasadas elecciones.
Ya algunos de sus representantes se han pronunciado al respecto, varios de ellos sugiriendo que apoyarán la abstención o el voto en blanco pues ninguno de los candidatos elegidos para segunda vuelta se adapta a sus intereses de partido.
El senador Robledo ha manifestado abiertamente su postura por Twitter: “El voto en blanco o no votar es también una opción democrática”. Una opción que, sobra recordar, no va a influir en lo más mínimo en manos de quién quede el país. Entonces, ¿por qué será que varios están inclinándose por esta opción? El martes pasado Clara López afirmó en Hora 20: “No hay nada más importante en la política que la coherencia, a eso nos hemos dedicado”.
Sin embargo, y esto debería ser obvio, la coherencia no es un valor en sí mismo. Se dice poco cuando se admite que Uribe ha sido coherente. Lo que sí es un valor en sí mismo es la prudencia, que consiste en hacer lo correcto, de la manera correcta, en el momento correcto. Y en este momento el país realmente no está para el moralismo adolescente de la izquierda. ¿O en serio prefiere el Polo ver cómo la institucionalidad del país se acaba mientras libera a sus votantes? Es ingenuo creer que puede llegar a ser heroico saltar del barco. Cuando mucho, es facilista.
No comprometerse con Santos, entre otras razones porque se puede hacer una mejor oposición al poder con Uribe, es francamente irresponsable. La lucha en este momento es entre un presidente con una agenda más liberal y otro con una agenda conservadora. Y el rosado, así sea pálido, se asemeja más al rojo que al azul.
