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Esta semana se hizo famoso el video del profesor Robert Kelly, quien es interrumpido por sus pequeños hijos en plena entrevista en vivo por Skype con la cadena BBC. Las imágenes muestran a Kelly mirando fijamente a la cámara mientras discute la destitución de la presidenta de Corea del Sur. De repente, la pequeña hija entra moviendo las manos alegremente mientras que Kelly, nervioso y sin dejar de mirar a la cámara, trata de contenerla con su mano. Segundos más tarde entra un bebé en un caminador seguido de su esposa, quien frenéticamente saca a los niños de la habitación. Hasta hoy el video ha sido visto más de 86 millones de veces.
La forma en la que Kelly sigue mirando a la cámara mientras espera a que su esposa se encargue de la irrupción de los niños generó polémica. Inmediatamente en los comentarios del video se inició un debate sobre el rol de la mujer en el hogar o, mejor, sobre la mujer y el sesgo a ser vista solo como parte del hogar. Al tiempo, vino la discusión de raza y clase. Como Kelly es un hombre blanco con rasgos caucásicos y la mujer que entró corriendo tenía rasgos asiáticos, miles de internautas asumieron que ella era la niñera. Después se confirmaría que quien entró es Jung-a Kim, esposa del profesor. La discusión se volvió tendencia en Twitter con el hashtag #NotTheNanny (#NoEsLaNiñera).
Este video, en principio sobre política, terminó siendo una representación de la vida doméstica. Además de la mutación de géneros, este incidente nos ha permitido ver cómo la inmediatez de lo digital ofrece etnografías instantáneas y globales. En cuestión de días, tenemos un rastreo increíblemente detallado de nuestros prejuicios de raza, clase y género, junto con reflexiones clarificadoras sobre lo que hubiera pasado si la entrevistada hubiera sido una profesora mujer. Pero, sobre todo, y lo más angustiante, es que nos da risa. Una risa que no resulta sólo por lo inesperado, sino por la representación de algo que sabemos cierto. Es la sonrisa cómplice de que, pese a nuestros esfuerzos, las audiencias seguimos atrapadas en una sesgada manera de ver.
