Quienes crecimos antes de la pasada década vimos a pocas mujeres heroínas y más bien a muchas villanas. O, lo que es peor, a villanas semiinvisibilizadas. Mujeres para quienes existía un claro discurso mediático sobre su “maldad”, pero poca representación que les diera agencia en películas u otros formatos de cultura popular. En los últimos años esto ha cambiado. El cambio no solo pone en pantallas a las mujeres villanas, sino que las reivindica ante la retórica que existía sobre su supuesta maldad. Por poner un ejemplo, la película I, Tonya, dirigida por Craig Gillespie, complejizó la historia de la patinadora Tonya Harding, cuyo...
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