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“La revolución de los callados”

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Catalina Uribe Rincón
10 de septiembre de 2015 - 04:57 a. m.
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En 2012 se volvió viral una conferencia de Susan Cain, en donde habla sobre el gran potencial y las excelentes virtudes que tiene la gente introvertida.

En ella, Cain resalta cómo la introversión, distinta a la timidez, tiene que ver con la manera como se responde a los distintos estímulos, incluida la estimulación social. Por ello la creatividad de estas personas se desarrolla mucho mejor en ambientes aislados o callados, en contraposición a los extrovertidos.

Su charla tuvo tanta acogida, que recibió cartas de miles de introvertidos o padres de introvertidos alrededor del mundo que querían contribuir con su investigación. Con ellos reiteró que la sociedad y la mayoría de sus ambientes están diseñados para personas extrovertidas. Las oficinas, por ejemplo, se construyen cada vez más en espacios abiertos, separados por cubículos, muchos de ellos transparentes. Igualmente, las aulas de clase se piensan cada vez más como salas de junta directiva para que los niños puedan interactuar constantemente.

Este impulso y la certeza de que aproximadamente entre una tercera parte y la mitad de la población es introvertida escalaron a lo que se conoce hoy como “la revolución de los callados”. Ya tienen una página web, podcasts, cursos online y un instituto de liderazgo. El objetivo no es dejar de lado a los extrovertidos, ni mucho menos restarle importancia al trabajo en grupo, sino maximizar los talentos de los callados otorgándoles mejores estímulos.

En un mundo donde se cree que el que habla más es el mejor, esta revolución permite hacer justicia a la producción de todo tipo de personalidades. Las personas notables, como su nombre lo indica, no son sólo las que llaman la atención, sino las que tienen un talento extraordinario o excepcional. Revertir la idea de que el único líder posible es el carismático conversador contribuye a erradicar los estereotipos de personalidad. Hoy más que nunca, según el caso, necesitamos líderes que no sólo digan y griten, sino que hagan y escuchen.

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