Después de los atentados de Bruselas, como después del 11 de septiembre, muchos aeropuertos se enloquecieron.
En Francia, por ejemplo, así como en Estados Unidos, se ha enviado policía militar para que vigile las puertas de llegada y salida. El problema que se enfrenta ahora es que la inseguridad no es sólo dentro de los aviones ni después de los controles de seguridad sino también en las salas de espera.
Algunos comentaristas han sugerido seguir el ejemplo de Israel, en donde existen alrededor de cinco controles de seguridad que comienzan en el parqueadero. Allí las personas son interrogadas sobre sus vuelos y presencia en el lugar. El principal problema ha sido la ridícula selección de perfiles por raza o nacionalidad. He sabido el caso de mujeres en España que han decidido no usar el velo al viajar para estar más seguras. Aunque los terroristas no llegan a los aeropuertos con barba larga, velo y pasaportes de Siria, es con este prejuicioso imaginario que están siendo buscados.
Algo semejante nos sucede a nosotros. No por ser colombianos somos criminales. Y, sin embargo, es por ese criterio que estamos siendo detenidos en los aeropuertos. Después de Bruselas las aerolíneas se pusieron más duras pidiendo papeles para los colombianos que quisieron viajar a Europa. Una amiga me contó que la retuvieron por más de dos horas en el mostrador amenazándola con no subirla al avión por no tener una carta de invitación apostillada cuyo trámite cuesta alrededor de 150 euros.
La exención del visado para los colombianos es un avance pero tiene sus trampas. Es cierto, ya no nos juzga la embajada, pero nos juzga quien nos vende los pasajes, quien recibe nuestras maletas, quien estampilla nuestros pasaportes. Todo el mundo, o casi todo el mundo, desde el parqueadero decide por cuenta propia si somos o no criminales. Y lo peor del caso: tienen la autoridad para no montarnos en un avión o devolvernos a casa según su capricho. La seguridad, al parecer, es cada vez más un bien excluyente: para que la tengan unos, la tienen que dejar de tener otros.