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La telenovela de Petro

Catalina Uribe Rincón

12 de diciembre de 2018 - 04:05 p. m.

Hace unos días La Silla Vacía publicó un artículo en el que compara el cubrimiento del video de Petro con el cubrimiento del debate del fiscal por Odebrecht. En agregado, La mayoría de los 11 medios analizados privilegió la historia de Petro frente a la del fiscal. Muchos citaron el artículo como ejemplo de que la prensa está parcializada, de que los medios obedecen a intereses económicos que benefician a los actores involucrados y de que cada vez hay menos periodismo independiente.

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Y aunque las acusaciones son probablemente ciertas, la fascinación por el video de Petro obedece también a su propio candor telenovelesco. Está primero el personaje: un político que ha construido su imagen como mártir y redentor. Está la historia: un amigo que traiciona al héroe y por error o trampa deja en manos equivocadas un video. El mensaje: uno de los políticos que más ha denunciado la corrupción podría ser corrupto. La audiencia: fans enamorados que expresan la creencia ciega en su líder y opositores renegados que ni le conceden el beneficio de la duda.

En el otro lado está el fiscal con la enredada historia de Odebrecht. Una historia con decenas de personajes de nombres desconocidos, con leyes, transgresiones y zonas tan oscuras como complejas, y encima de todo con distintos países involucrados con sus propios personajes y sus propias tramas. Los periodistas hablan de tecnicismos que aburren al público, y montos de dinero tan astronómicos que por su misma dimensión generan ofensas abstractas. Y aunque Martínez, el personaje principal de esta historia, se asocia con el gobierno de turno, el presidente Duque es un personaje tan simple y tan plano que protege a través de la aburrición a quien se le haga al lado.

Así bien, tenemos enfrentadas una trama fácil pero suficientemente equívoca para generar especulación y emoción, versus una trama tan difícil como tediosa. Y aunque uno puede imaginarse que las decisiones de las salas de redacción son siempre calculadas, lo cierto es que muchas veces son simplemente humanas. Los medios se desviven por el drama no sólo porque les suma lectores, sino porque los mismos periodistas hacen parte de la audiencia que se deja cautivar. La labor del periodista es dura, y los temas novelescos los descansan y entretienen. Sin embargo, la Navidad ya distrae suficiente. Es un mal momento para tomarnos una pausa recreativa.

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