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La “tiraera” nacional

Catalina Uribe Rincón
04 de febrero de 2023 - 02:05 a. m.

El miércoles pasado, Laura Duarte de El Espectador hizo la juiciosa tarea de contarle los tuits al presidente. No porque la periodista no tenga nada más que hacer, sino porque Petro ha decidido que esta red social es ahora su canal “oficial” de comunicaciones. Según Duarte, en siete días publicó 108 trinos. Hubo un día que alcanzó los 38 y esto sin contar las retuiteos y otras actividades en redes. Petro es oficialmente todo un influencer. Lo cual no estaría mal si no fuera lo que es: el presidente.

Quizá el reparo más evidente es el mismo que se le hizo a Duque con su programa Prevención y Acción, ¿a qué horas gobierna? El tiempo presidencial es de servicio público, no privado. Las horas presidenciales deben estar destinadas a gobernar, no a trinar. Y menos con tantos errores y desatinos. Podrán ser 400.000 “Me gusta” pero esos “Me gusta” no están avalando información. En cambio, sí están obligando a los periodistas nacionales a ir detrás del presidente cuales niñeros recogiendo los estragos del “bebé”. Que la tabla no era, que el dato es falso, que el Eln en realidad no quería, y así.

Pero el lío principal no es del todo la malacrianza presidencial, sino el tono fogoso que anda cogiendo esa malacrianza. Además de ensordecedor, el piado es ahora enfurecido. Como ya varios han mencionado en redes, ni BZRP le está dando la talla a la “tiraera” nacional. La conversación ya está siendo reemplazada por gritos y amenazas. Uno mira para un lado y está la ministra de Salud, Carolina Corcho, tramitando su reforma con megáfono. Voltea uno para el otro y está Petro tuiteando que los críticos de la ministra de Minas, Irene Vélez, sufren de “ceguera mental”.

La última del presidente es que él recibe críticas, pero tiene “derecho a defenderse”. Quizá ese sea el punto. El debate colectivo ha cogido cada vez más la forma de ataque y contraataque. Y no de la manera creativa como los cantantes latinoamericanos han asumido el fenómeno del diss track. Pues si bien estas “tiraeras” son una oportunidad de crítica y denuncia en el mundo musical, la cosa puede volverse muy destructiva si captura el tono de la administración. La política sigue siendo el arte de los consensos. Un arte, por ejemplo, que mostró la reforma tributaria de Ocampo: paciente, receptiva y socializada. ¿Perfecta? No, pero seriamente tramitada.

Claro, la “tiraera” es buen marketing. Por algo Taylor Swift y Kanye se pusieron de acuerdo para su rifirrafe. Estas “tiraeras” no son nuevas y siempre han sido gran publicidad. La sesión de Shakira y BZRP llegó rápidamente a los 100 millones de vistas y jugó en un segundo con las acciones de Renault y Casio. Pero como le dijo Residente a J Balvin: “Una cosa es ser artista y otra cosa es ser famoso”. Shakira es artista y famosa. Como van las cosas, nuestro presidente influencer hasta ahora va en famoso. Para ser artista tiene que lograr que su comunicación unifique al país alrededor de una visión, le fallen un poco menos los cálculos y se vea mucho menos amateur.

 

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