Las mujeres lindas del Mundial

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Catalina Uribe Rincón
19 de julio de 2018 - 02:00 a. m.
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Los dos últimos partidos del Mundial llegaron con un cambio: la FIFA decidió que no se harían encuadres visuales de mujeres bonitas durante la transmisión. La intervención de la FIFA rompió finalmente con la costumbre de los camarógrafos de enfocar por unos segundos a mujeres consideradas bellas. Como era de esperarse, la decisión suscitó reproches.

Fanáticos del fútbol y periodistas de reconocida trayectoria, como Iván Mejía y César Augusto Londoño, no parecieron entender las razones del cambio y optaron por atacar al interlocutor y no al argumento. Mejía, por ejemplo, afirmó sin vergüenza que la decisión le parecía ridícula y que seguramente fue tomada por “dos o tres integrantes de la FIFA feas y machorras”. Algunos fanáticos se quejaron de “los extremos a los que ha llegado el feminismo”.

Dejando de lado la genialidad de Mejía de que la fealdad de una mujer puede invalidar un argumento, e ignorando la sugerencia de que las minorías se defienden sólo hasta un punto, vayamos al quid del asunto: ¿por qué mostrar tales imágenes es problemático? Pensemos en el caso hipotético en el que un narrador de fútbol interrumpiera sus comentarios sobre el partido y empleara unos segundos para describir con detalle los atributos físicos de una mujer. A varios, seguramente, les parecería reprochable, completamente fuera de lugar. Y si es cierto que una imagen vale más que mil palabras, ¿cuál ha sido el daño que tales encuadres les han hecho a las mujeres?

En su libro Modos de ver, John Berger tiene una frase clave sobre cómo se han construido los discursos visuales a través de la historia: “los hombres actúan y las mujeres aparecen”. Y así se veía en el Mundial: los hombres juegan, dirigen y narran, mientras las mujeres son vistas. El periodista Londoño se quejó: “una de las cosas bellas que hay en la vida es ver una mujer bonita”. Pero se equivoca. Una de las cosas más bellas de la vida es dirigir, jugar, narrar, gritar, sudar, correr, ver, crear, hacer y todas estas posibilidades que se les limitan a las mujeres cuando se les dice que “la cosa más linda” es complacer una mirada que no es la suya.

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