Las tierras por encima de la información

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Catalina Uribe Rincón
20 de septiembre de 2018 - 05:30 a. m.
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En una de sus últimas reseñas del New York Times, Bill Gates habló del libro 21 lecciones para el siglo XXI del historiador Yuval Noah Harari. El libro, cuenta Gates, argumenta que el truco para eliminar las ansiedades y miedos que produce la incertidumbre de este siglo no es dejar de preocuparnos. El quid está en saber por cuáles cosas preocuparnos y cómo hacerlo. El libro busca responder preguntas como ¿cuáles son los retos más grandes de hoy en día?, ¿a qué le debemos poner atención?, ¿qué debemos enseñar a nuestros hijos?

Dentro de todos los temas que trata el libro de Harari, Gates no está de acuerdo con uno: el relacionado con la información. Mientras que para Harari la información va a ser uno de los bienes más valorados por encima de las tierras y la maquinaria, para Gates la tierra seguirá siendo lo más importante. Según Gates, la información será cada vez más accesible y su valor radicará en saber qué hacer con ella y no simplemente en tenerla. Por el contrario, el valor de la tierra en el mundo, que está ya en los diez billones de habitantes, seguirá siempre en subida así solo se quede en engorde.

Que uno de los magnates de los computadores, y por lo mismo de la información, diga que la tierra seguirá siendo valiosísima no se debe tomar a la ligera. Menos en Colombia, donde la titulación de las tierras se sigue banalizando e ignorando. Esta semana se retomó la discusión sobre el proyecto de restitución de tierras que propone María Fernanda Cabal. La propuesta del Centro Democrático quiere volver a la segunda instancia en los juicios y poner la carga de la prueba de nuevo sobre los despojados.

Así, como Bogotá y su metro, estamos en un ir y venir con las tierras. La titulación hay que tomársela en serio y hay que hacer transparentes las reglas. No es un asunto menor que miles de campesinos hayan sido despojados de la fuente de capitalización de sus vidas. Tampoco es un asunto menor que el país siga sin aprovechar sus tierras por la ausencia de títulos. Si las tierras son una de las principales riquezas de los individuos, también lo son de la nación.

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