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Lauren Berlant: academia y activismo

Catalina Uribe Rincón

03 de julio de 2021 - 12:30 a. m.

Como si de una coincidencia con su legado se tratara, Lauren Berlant murió el pasado 28 de junio, día de la celebración del orgullo LBGTI+. El mundo de la literatura y los estudios culturales está de luto. En especial, porque Berlant murió a los 63 años, uno de los picos más importantes en la carrera de un académico. Faltaron muchos años más de Berlant contribuyendo a los campos de estudio que ayudó a construir sobre la heteronormatividad y la teoría queer, entre muchos otros.

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Finalizando el mes que celebra la diversidad, me interesa resaltar de Berlant su postura sobre la supuesta dicotomía entre academia y activismo. En su obituario, su colega Deborah Nelson resaltó que con Berlant demostrar esta separación es confuso pues las ideas y el pensamiento son necesarios para el activismo, así como el activismo es necesario para la producción de conocimiento y el cambio cultural. “Es posible que la revolucionaria película Los muchachos no lloran, sobre el adolescente trans Brandon Teena, nunca hubiera sido hecha sin la influencia de Berlant en la cineasta Kimberly Peirce cuando ella era una estudiante de pregrado en la Universidad de Chicago”, añadió.

Los muchachos no lloran fue icónica por introducir en el cine comercial de Hollywood a un personaje trans y mostrar las consecuencias de asumir la identidad propia cuando nadie está ahí para apoyarte. En un panel de discusión después de una de las proyecciones de la película, la directora pidió a la audiencia que se imaginara lo que era ser trans como Brandon hace 20 años en un pueblo pequeño y alejado en donde no existía ningún concepto de sexualidad fluida ni tolerancia alguna por alguien que viviera por fuera del paradigma binario hombre-mujer. Peirce quería capturar el poder del deseo de Brandon de ser él mismo.

Los estudios queer que aprendió Peirce en la universidad seguramente influyeron en la película. Sin embargo, como lo dice Berlant, la teoría queer no se puede reducir a una metateoría exclusiva de la academia. Por el contrario, todo lo que cabe dentro de la teoría queer ha sido anticipatorio y lleva años intentando recoger un mundo que estaba ahí tácito, pero que no había sido nombrado para existir e incluir a muchos públicos. La producción de conocimiento es en sí política y el pensamiento académico no sería nada sin ese mundo que se va forjando en la acción.

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Por otro lado, la universidad es el lugar que permite lograr claridad e ir dando nombre a esos fenómenos heterogéneos de la realidad. Una universidad, eso sí, donde la libertad de pensamiento e investigación sea celosamente protegida. Hoy hablamos con un vocabulario y un contexto sobre lo queer. ¿Y en 1984 cuando comenzó Berlant en la Universidad de Chicago? Es difícil medir el “impacto” de la academia. Irónicamente, en muchos sistemas de puntaje, Berlant no hubiese obtenido ni medio crédito por influir en una estudiante que luego hizo una película. Pero quizá lo relevante no es eso. Quizá lo relevante son todos los jóvenes del mundo que protegió con la valentía y agudeza de su pensamiento.

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