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Longtermismo

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Catalina Uribe Rincón
28 de enero de 2023 - 05:05 a. m.
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Esta semana nos enteramos de que el informe presentado por la ministra de Minas y Energía, Irene Vélez, no cumplía con las metodologías internacionales. Al parecer, es un cálculo irrelevante si tenemos autosuficiencia de gas por 20 años, como sugiere el informe, o solo por 8,5 años como refutan los expertos. También supimos de la renuncia de la viceministra Belizza Ruiz, la cual, de aceptarse, se sumaría a una lista larga de funcionarios técnicos que han salido del ministerio. Bajo la dirección de Vélez, queda cada vez más claro que eso de saber de minas y de energía es optativo. Lo vital es impactar positivamente el futuro.

La jerarquía moral de la ministra es compartida por el presidente Petro: “La humanidad debe saber que, si la política mundial no supera la crisis climática, se extinguirá”, dijo en noviembre ante la ONU. Y bueno, así puesto, un apocalipsis desbanca a primera vista otros llamados morales. Un poco como el llamado de la vida eterna, ¿qué son los males de este mundo si se comparan con los bienes de la siguiente? Sin embargo, la filosofía moral (cuando es seria) no es simple. Y del cuidado del futuro como directriz principal se deriva un sistema de valores muy cuestionable.

Tomemos el caso del longtermismo, por ejemplo. Aunque un poco caricaturizado por Silicon Valley, el longtermismo es una postura ética, propuesta por William MacAskill, que defiende incluso el más mínimo progreso hoy por sus efectos multiplicadores en futuro. La razón: en el futuro, si seguimos los estimados, habrá trillones de personas, y bueno, por pura proporción, la felicidad de trillones de personas es mayor que la de los 8 billones de hoy. Nuestro deber como presente es cuidar esa felicidad agregada de los que están por venir, porque en agregado, ellos son más valiosos que nosotros.

Esta no es la filosofía de la ministra Vélez, ni la del presidente. Al fin y al cabo, el longtermismo aboga por el crecimiento económico, no por el decrecimiento. Pero el riesgo al que están sometiendo el presente invita la comparación. La producción energética es vital para el funcionamiento material del país y es vital para el gasto del Estado, ambas cosas necesarias para superar la pobreza, ofrecerle una vida digna y significativa a la población viva y garantizar la estabilidad de la democracia. No se trata de poca cosa. A menos claro de que los ya nacidos valgamos muy poco.

¿Estoy simplificando el asunto? Sí, pero mucho menos que las declaraciones de esta administración. Hay un riesgo muy grave en menospreciar la ciencia del Estado, pero uno mucho peor en instrumentalizar populistamente la discusión moral. Tenemos un compromiso con el futuro, pero no se puede emplear el futuro como una forma de lavarse las manos con el presente. Además, no sabemos lo que el futuro quiere. Hablar en nombre de personas que no existen es delirante. Debemos cuidar el medio ambiente porque vive hoy, porque existe hoy. Y lo debemos cuidar porque podemos. Nuestro universo moral puede ampliarse para cobijar la vida entera, pero la vida también incluye el hoy.

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