Los 15 bebés de Jennifer Aniston y el hijito de Uribe
Cada vez que Jennifer Aniston va al supermercado, la famosa actriz de la serie Friends se encuentra con alguna noticia sobre su vida personal. En enero 21 de este año, por ejemplo, la revista In Touch tenía en su portada una fotografía de Aniston con Brad Pitt y un titular que decía: “¡Estamos esperando una niña!”. Vale la pena recordar que la pareja se separó hace 14 años y desde entonces cada uno tiene su vida por aparte.
Pero eso no detiene a las revistas del corazón que parecen no poder vivir sin Aniston. El año pasado se podía leer: “¡Brad y Jen: anuncio de bebé! «Nuestro sueño finalmente se hizo realidad»”, “Bombazo: noticias de embarazo” o “¡Brad y Jen: recién casados! Al interior de la ceremonia”. El columnista Jim Rutenberg encontró que, según los medios, en años recientes Aniston debió haber dado a luz dos docenas de bebés; desde el 2013, la revista OK! la ha embarazado nueve veces, le ha dado 15 hijos y le dio en adopción tres parejas de mellizos.
La historia de Aniston es el reflejo de que ni los medios ni los lectores pueden vivir sin las telenovelas. En Colombia, por supuesto, las amamos. Cada noticia nacional se enmarca en cuentos de héroes y villanos. Y como la historia de la “traición de Santos” se estaba quedando en el pasado, necesitábamos crearle una nueva narrativa al eterno protagonista. Los titulares nacionales se alimentan del matrimonio entre Uribe y su “títere” Duque y al mismo tiempo se desviven por crearle espinas a la relación.
“Duque y Uribe, 50 días de desencuentros”, titulan unos. “Le hace caso a Uribe”, escriben otros. “Títere y manipulable”, insisten algunos. “¿Hay problemas en el matrimonio Uribe-Duque a causa de los acuerdos con la minga?”, se preguntan otros. Pero ¿qué le aporta al debate nacional que Uribe y Duque se quieran, se manipulen o se alejen? La respuesta: morbo. La verdadera noticia está en las políticas de Duque, en lo que hizo o no con la minga y en los planes que tiene para el país. Pero hay algo del corazón nacional que espera por ver qué telenovelón se nos arma ahora. El país tiene ya muchos líos reales, pero el drama, como el postre, parece tener un estómago aparte.
Cada vez que Jennifer Aniston va al supermercado, la famosa actriz de la serie Friends se encuentra con alguna noticia sobre su vida personal. En enero 21 de este año, por ejemplo, la revista In Touch tenía en su portada una fotografía de Aniston con Brad Pitt y un titular que decía: “¡Estamos esperando una niña!”. Vale la pena recordar que la pareja se separó hace 14 años y desde entonces cada uno tiene su vida por aparte.
Pero eso no detiene a las revistas del corazón que parecen no poder vivir sin Aniston. El año pasado se podía leer: “¡Brad y Jen: anuncio de bebé! «Nuestro sueño finalmente se hizo realidad»”, “Bombazo: noticias de embarazo” o “¡Brad y Jen: recién casados! Al interior de la ceremonia”. El columnista Jim Rutenberg encontró que, según los medios, en años recientes Aniston debió haber dado a luz dos docenas de bebés; desde el 2013, la revista OK! la ha embarazado nueve veces, le ha dado 15 hijos y le dio en adopción tres parejas de mellizos.
La historia de Aniston es el reflejo de que ni los medios ni los lectores pueden vivir sin las telenovelas. En Colombia, por supuesto, las amamos. Cada noticia nacional se enmarca en cuentos de héroes y villanos. Y como la historia de la “traición de Santos” se estaba quedando en el pasado, necesitábamos crearle una nueva narrativa al eterno protagonista. Los titulares nacionales se alimentan del matrimonio entre Uribe y su “títere” Duque y al mismo tiempo se desviven por crearle espinas a la relación.
“Duque y Uribe, 50 días de desencuentros”, titulan unos. “Le hace caso a Uribe”, escriben otros. “Títere y manipulable”, insisten algunos. “¿Hay problemas en el matrimonio Uribe-Duque a causa de los acuerdos con la minga?”, se preguntan otros. Pero ¿qué le aporta al debate nacional que Uribe y Duque se quieran, se manipulen o se alejen? La respuesta: morbo. La verdadera noticia está en las políticas de Duque, en lo que hizo o no con la minga y en los planes que tiene para el país. Pero hay algo del corazón nacional que espera por ver qué telenovelón se nos arma ahora. El país tiene ya muchos líos reales, pero el drama, como el postre, parece tener un estómago aparte.