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Los impuestos sombra de los bogotanos

Catalina Uribe Rincón

04 de abril de 2018 - 11:00 p. m.

La semana pasada algunos medios denunciaron la creación de un frente de seguridad en el barrio Chicó de Bogotá. Debido al incremento en los hurtos, 84 edificios se unieron para formar una célula de seguridad que, según los residentes, con apoyo de la Alcaldía y de la policía, “ayude” al Estado. En otras palabras, que ayude al Estado con apoyo del Estado, o mejor, que ayude al Estado a ayudarse a sí mismo. La idea es que haya un supervisor motorizado que en conjunto con las empresas de seguridad alerte a la policía de lo que esté pasando en esas ocho manzanas.

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Aunque este recurso parezca novedoso, existen otros barrios que han tenido que recurrir a las alianzas de seguridad para proteger a sus residentes. Multicentro, por ejemplo, vivió unos años de gloria mientras tuvo como residente al exministro de Defensa, y ahora candidato a la Vicepresidencia, Juan Carlos Pinzón. Su esquema de seguridad protegía por añadidura a los residentes, lo que redujo muy notablemente la criminalidad. Cuando Pinzón se fue de embajador a Estados Unidos, los robos volvieron y el barrio tuvo que recurrir a los famosos motorizados.

Lo curioso de estos motorizados es que, como pertenecen a empresas privadas, responden a intereses privados. Sé del caso de un edificio que, a pesar de estar en medio de la célula de seguridad, no participaba del pago del esquema de seguridad. “Sorprendentemente” sus residentes eran los únicos que padecían los hurtos, al punto que un día a las dos de la tarde, en un día perfectamente soleado, a una residente le robaron, no un espejo, sino una llanta del carro. Ahora ese edificio paga al motorizado.

Varios de quienes defendieron la pasada reforma tributaria argumentaron que en Colombia no existen tantos impuestos como en otros países del mundo, y no se equivocan. Lo que estos expertos tributarios no tienen en cuenta es que los colombianos estamos llenos de impuestos sombra para suplir la falta de Estado. Pagamos por celadores y motorizados, por el arreglo de los carros cuando caen en los cráteres de nuestras vías, por los espejos, las bicicletas y los celulares que nos roban, por el transporte porque caminar cinco cuadras es un riesgo, y la lista continúa. Nuestro “Estado ayudado” es un robo, además de un gran peligro, pues siempre está el riesgo de acostumbrarnos a funcionar con las sombras.

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