EXISTE HASTA AHORA SOLO UNA persona en EE.UU. que ha logrado tener un bloque entero de programación para tres shows diferentes en una sola noche en “prime time” (horario central de máxima audiencia).
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Esta persona es la guionista, directora y productora Shonda Rhimes, una mujer negra que con sus historias ha revolucionado el mundo de la televisión. Los tres programas son “Grey’s Anatomy” (algunos se acordará de la adaptación colombiana “A corazón abierto”), “Scandal“ (Escándalo) y “How to Get Away with Murder” (Cómo defender a un asesino).
Cuando en una entrevista se le preguntó a Rhimes a qué se debía su éxito ella contestó que cuando escribe lo hace como si estuviera anotando en un diario todos sus deseos: todas las historias y personajes que a ella le gustaría ver en la pantalla. Por ello en todos los programas encontramos mujeres negras protagonistas con un carácter fuerte de personalidad, hombres negros que actúan de jefes o personajes homosexuales.
Algunos analistas consideran que el éxito radica en que Rhimes está adelante de nuestro tiempo, pues está poniendo en pantalla a todos los grupos que de alguna u otra manera han estado excluidos de roles protagónicos. Su visión, argumentan, consiste en hacer castings no tradicionales en donde una mujer negra puede ser la jefe de una firma de abogados y amante del presidente del país sin parecer un personaje exótico y promiscuo, como tradicionalmente se expone a ciertas mujeres negras.
Sin embargo, otros creen que las historias son fascinantes precisamente porque hacen parte nuestro tiempo. Cuando se discute por qué ciertos programas colombianos no incluyen más mujeres en roles dominantes o negros en posiciones de poder la respuesta es que “esta no es la realidad”. Pero tal vez los éxitos de las series y de la cultura popular no es sólo mostrar lo que creemos que somos sino lo que queremos ser. En últimas hace parte de nuestro tiempo esperar esas proyecciones de lo que queremos ser y no recibir un eco tardío de lo que ya sabemos que somos.
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