Entre los lugares comunes nacionales se encuentra el llamado a superar la polarización. Un llamado tan desgastado como inocuo, pues pide la unión de dos partes que no tienen la menor intención de unirse. Entre otras cosas, porque no pueden. La mínima coherencia hace indigeribles las posturas del otro. La experiencia de nuestro tiempo es tener que estar sentados en una mesa y aterrorizarnos de nuestro interlocutor. Nos cuesta entender cómo es posible que nuestra verdad, nuestra mínima verdad, tan obvia para nosotros y para todos los que son (por elección) nuestros allegados, no sea compartida por esos seres vivos que existen al...
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