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Me encanta tu energía de mujer latina

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Catalina Uribe Rincón
11 de octubre de 2025 - 07:37 p. m.
“Cuando el poder define cómo debe lucir la diferencia, hasta la afirmación identitaria se vuelve una forma de sumisión”: Catalina Uribe
“Cuando el poder define cómo debe lucir la diferencia, hasta la afirmación identitaria se vuelve una forma de sumisión”: Catalina Uribe
Foto: EFE - JIM LO SCALZO
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Por una especie de grima masoquista, veo con frecuencia las conferencias de prensa de Karoline Leavitt. La secretaria de prensa de la Casa Blanca ha asumido el rol de la versión femenina de Trump y parece estarle saliendo bien: desprestigia la labor periodística y deja a su presidente bien parado frente a sus audiencias MAGA. Su performance es narcisista, de ultraderecha, con actitud matona y arbitraria frente a cualquiera que no piense como ella. Varias de sus respuestas groseras se vuelven virales, por admiración o por rechazo. A la periodista Jasmine Wright le dijo “qué pregunta tan estúpida”; a Yamiche Alcindor, que su “línea de pregunta era ridícula”. Todo por el simple hecho de cuestionar la transparencia de Trump en situaciones de evidente engaño.

Pero yo, más que por los matoneos de Leavitt, veo sus conferencias por la repugnancia que me producen los otros periodistas. Esos a los que sí les responde, porque le preguntan con lambonería y sumisión. Los que desprecian el periodismo y buscan, en cambio, hacerle propaganda y subirle el ego al presidente estadounidense. Recuerdo con especial vergüenza cuando Cara Castronuova le dijo a Leavitt: “El presidente Trump luce más saludable que nunca. Estoy segura de que todos en esta sala estarán de acuerdo. ¿Está entrenando con Bobby Kennedy y comiendo menos en McDonald’s?”.

La semana pasada, Bianca García, la fundadora de Latinos por Trump, hizo una pregunta de ese estilo. Inició hallándole la razón al presidente estadounidense y atacando a sus opositores: “Durante el Mes de la Herencia Hispana, los demócratas priorizaron a los inmigrantes ilegales sobre los hispanoamericanos trabajadores; por eso la Casa Blanca canceló la celebración”. Luego vino la pregunta de si Trump estaría “dispuesto a permitir que los hispanos, que votaron por él abrumadoramente, tengan su propia fiesta en el jardín de la Casa Blanca”. “No necesitamos lujos, ¿verdad?”, le dijo García a Leavitt. “Pueden darnos el patio trasero, lo llenaremos todo y tendremos nuestra propia fiesta”.

Todo esto lo dijo con una gesticulación exagerada, hablando duro y moviendo las manos con énfasis en cada final de frase. De ahí que Leavitt le respondiera con condescendencia y desconcierto: “Me encanta tu energía... No puedo prometer unilateralmente los terrenos del Jardín Sur; tenemos obras allí”. Y sí, García desafió la retórica tradicional de la secretaria de prensa. No podía tratarla mal, como a Alcindor y Wright, pero tampoco podía seguir con su discurso racista ni antiinmigración, pues estos son los “buenos” latinos. Tampoco podía “ponerla en su lugar”, pues la misma García estaba sugiriendo coger el patio trasero.

Estaba dándole al gringo básico todo lo que le gusta: la identidad del latino que ellos quieren y esperan ver. Esa mezcla de alegría servil y exotismo moderado, sumisa y ruidosa al mismo tiempo, hablando como si estuviera bailando “La vida es un carnaval” y aceptando con gratitud el espacio que le conceden: el patio trasero. Así, la mujer latina termina asumiendo y reproduciendo la identidad que le han impuesto: la del color local, la energía contagiosa, la fuerza emocional que adorna, pero no incomoda.

Y esto no es solo una anécdota, sino una advertencia: cuando el poder define cómo debe lucir la diferencia, hasta la afirmación identitaria se vuelve una forma de sumisión. Por eso, cuando Leavitt le dice “me encanta tu energía”, no la celebra: la sujeta. Esa escena no pertenece solo al trumpismo, sino a todos los espacios donde la diversidad se aplaude mientras se neutraliza, donde se valora la “energía latina” pero no su voz crítica. Tal vez la tarea sea reapropiarnos de esa energía y devolverla lúcida, imposible de reducir al folclor; no para renunciar a ella, sino para impedir que siga siendo usada en contra nuestra.

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Maritza López de la Roche(18452)12 de octubre de 2025 - 08:33 p. m.
Excelente análisis de lo que algunos norteamericanos esperan de los comportamientos latinos y de cómo la diversidad no debe ni autoneutralizarse ni ser “disuelta” por el poder de MAGA.
Cesar Escalante Coterio(uyih4)12 de octubre de 2025 - 12:59 p. m.
Buen artículo. Gracias.
Gvbnllnh. Bvc. Nm. N jn(98086)12 de octubre de 2025 - 09:50 a. m.
Catalina, no te dejes distraer por la portada. Siempre has disfrutado del contenido. No te alejes de tu talento analítico y crítico. Ella es puro clickbite diseñada para incautar idiotas.
Mar(60274)12 de octubre de 2025 - 05:12 a. m.
Excelente columna. No hay nada peor que una mujer machista, un negro racista, un homosexual homofóbico, un pobre clasista, un migrante xenófobo, un periodista subjetivo, de esa forma no hay esperanzas.
Álamo(88990)12 de octubre de 2025 - 12:27 a. m.
Ay, ña Catalina, le sugiero usar mejor el tiempo de ese 'programalo' gringo, y optimizar su espacio en EE, a ver si sube el "rey-think".
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