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Moderadas para todo, menos para gobernar

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Catalina Uribe Rincón
29 de noviembre de 2025 - 05:05 a. m.
“A las mujeres se les exige lo imposible: adaptarse a esa ridiculez ya trillada del carácter fuerte sin parecer “locas"”: Catalina Uribe
“A las mujeres se les exige lo imposible: adaptarse a esa ridiculez ya trillada del carácter fuerte sin parecer “locas"”: Catalina Uribe
Foto: Cortesía
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En el 2021, el humorista Jordan Klepper se infiltró en uno de los rallies de seguidores de Trump para entrevistar trumpistas. Hay un video que hoy en día sigue circulando, en el que se le pregunta a una mujer si considera que una mujer podría ser presidenta. Ella responde que “la presidencia es un trabajo de hombres”. Klepper replica: “Yo tengo acá que las mujeres sí están calificadas para ser presidentas”. A lo que la mujer reitera: “una hembra tiene más hormonas, ella podría iniciar una guerra en 10 segundos, si tiene calores o lo que sea… bum”. El humorista un poco confundido le insiste: “¿No han sido todas las guerras iniciadas por hombres?”. El silencio desconcertado de la mujer le da ese último toque de humor al video.

Pensé en este estereotipo de las mujeres descontroladas y hormonales vs. unos supuestos hombres racionales y compuestos al oír a Diosdado Cabello hablar sobre la suspensión de los vuelos de Avianca, Latam, Iberia y otros: “Quédense ustedes con sus aviones y nosotros nos quedamos con nuestra dignidad y listo, no hay problema”. Su intervención me recordó a Maduro toreando con guerras: “Si Venezuela resulta agredida, nos declararemos en lucha armada”. O también a Petro creando una crisis diplomática a las 3:41 a.m. peleando con Trump: “Desautorizo la entrada de aviones norteamericanos con migrantes colombianos a nuestro territorio”.

Lo interesante es que cada vez que un político matonea, grita, se sale de sí o habla por hablar sin pensar en consecuencias más graves, me encuentro con un séquito que lo defiende. Lo hace “por nuestra dignidad”, defienden a Petro y Maduro. Lo hace “por nuestra seguridad”, con Trump o Bukele. La cachetada de Rodolfo Hernández, el “coscorrón” de Germán Vargas Lleras, el “le doy en la cara marica” de Álvaro Uribe quedan como anécdotas chistosas que no afectan en lo mínimo la reputación del político. Mientras que todavía hoy, en reuniones, me toca oír que Paloma Valencia es muy brava porque hace siete años gritó exaltada por Uribe. O que Vicky Dávila le gritó “tipejo peludo” a Hassan Nassar hace cinco años. Unas, las locas; los otros, los fuertes.

En cada elección vuelven candidatos que se venden como “de carácter fuerte”, así al estilo Abelardo de la Espriella o Santiago Botero. En la práctica, ese “carácter” suele significar dos cosas: intolerancia al disenso y la necesidad de demostrar fuerza incluso cuando no hace falta. Hoy todavía seguimos confundiendo carácter con violencia, convicción con terquedad y liderazgo con la necesidad de imponer. La política colombiana está llena de hombres que creen que un país se dirige como se dirige una pelea en un bar.

El problema es que la alternativa a este “carácter” parece solo poder salir de un hombre. Esa serenidad histórica que se nos ha exigido por siglos como virtud femenina, ahora es un privilegio político reservado a ellos. Un hombre puede elegir más fácil ser moderado, como Cárdenas, Oviedo o Fajardo, o jugar al macho de mano dura sin que eso arruine sus posibilidades. Pero a las mujeres se les exige lo imposible: adaptarse a esa ridiculez ya trillada del carácter fuerte sin parecer “locas” o quedarse en el lugar del nini. Para ser elegidas presidentas se nos exige habitar un punto medio que no existe: ni muy viejas ni muy jóvenes, ni muy fuertes ni muy débiles, ni muy bonitas ni muy feas, ni muy decididas ni muy sumisas. Un equilibrio imposible que, al final, funciona como lo que siempre ha sido: otra forma de mantenernos afuera.

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Albertoni(47275)29 de noviembre de 2025 - 06:40 p. m.
En resumen, es una columna con una narrativa especulativa.
Albertoni(47275)29 de noviembre de 2025 - 06:38 p. m.
Buen intento pero las comparaciones no son cabalmente las más adecuadas pero son útiles para darle forma a la narrativa. Si estamos con Trump, quedémonos en ese terreno y pensemos si Hilary Clinton hubiera ganado la presidencia, la guerra en Ucrania, no sería una guerra proxi, sino que realmente nos habría llevado al borde. Y no por que sea mujer, sino por que Hilary es quien es.
Rafael Dario Cardona Montoya(c8q6w)29 de noviembre de 2025 - 03:36 p. m.
De nuevo se repite: lo de los aviones con migrantes por los que Petro exigió respeto, fue por enviarlos encadenados como esclavos. La nostalgia de los esclavistas del Sur de EU. , que no se aceptó en Colombia. No hay ninguna necesidad de cadenas.
  • Felipe Fegoma(94028)29 de noviembre de 2025 - 10:00 p. m.
    Lo ridículo es que cuando lo escribió, Petro ya había recibido aviones con miles de deportados encadenados.
CARLOS BARRGAN(lcggj)29 de noviembre de 2025 - 03:17 p. m.
Doña CATALINA y su cháchara insulsa y con trasfondo direccionado y selectivo. La verdad, respetada columnista es que, las mujeres, tienen todas las capacidades y mucho más, para ejercer cualquier cargo público, privado, etc. Muchísimas de ellas, superan en capacidades y competencias a los hombres. El mundo sería mejor bajo el liderazgo y la gobernanza de ellas.
Gines de Pasamonte(86371)29 de noviembre de 2025 - 02:54 p. m.
¡Le pegaste, Catalina! ¿En dónde cabría la “señora” ingrid betancourt? Todo indica que comenzará a dar lora por estos lares. ¡Plop!
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