Otra marcha para los líderes sociales

Sigue a El Espectador en Discover: los temas que te gustan, directo y al instante.
Catalina Uribe Rincón
24 de enero de 2019 - 05:45 p. m.
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

La marcha del domingo se convocó en respuesta al atentado del Eln contra los cadetes. El 17 de enero la vida de dos decenas de jóvenes fue reducida a material de una estrategia terrorista. No eran soldados o policías graduados. Estaban hasta ahora en entrenamiento, y se encontraban desprevenidos al interior de su escuela. La injusticia del hecho nos indignó a todos. Hubo consenso en que se trasgredieron las reglas de la guerra. La violencia que hubo fue indiscriminada y cobarde. El atentado del Eln fue un disparo por la espalda.

La marcha la convocaron distintos sectores, incluido el actual gobierno. En efecto, la indignación por la crueldad no debería tener color político. La política, sin embargo, a veces se apropia de la moral y discursivamente quizá sí fue una falla sumar a la protesta por el asesinato de los cadetes el asesinato de los líderes sociales. Aunque nuestro sentido de humanidad justifica nuestro dolor por cada uno de ellos, y nuestro derecho a manifestarlo, en términos de comunicación hubiesen sido mejor dos marchas.

La razón es doble: primero, porque la protesta por los líderes es contra el Estado, no contra el Eln. ¿Cómo así que el Gobierno permite que a cuenta gotas se masacren a sus ciudadanos? ¿Cómo deja que se les silencie sus voces de por vida? ¿Cómo es posible que tengamos tan pocas pistas sobre sus asesinatos? Si somos un país libre y de derecho tenemos que exigirle al Estado que todos seamos libres y con derechos. Pero ahí sí, como un tuit que circuló el fin de semana, “muy bacano que Iván Duque marche para exigirle al presidente que haga algo”. ¿A qué Estado le estamos protestando si el Estado está marchando?

Además, no hay equivalente moral entre el Estado y Eln. Si se dice que se protesta contra unos y otros se genera una igualdad discursiva que es simplemente falsa. La segunda razón tiene que ver justamente con esas involuntarias imágenes de equivalencia que le terminan calando a la población. El desdén de algunos por los asesinatos de los líderes sociales, y su euforia por la solución militar, ha hecho que quienes defienden las salidas políticas parezcan defender a la guerrilla. Los líderes sociales no son guerrilla. Pero la expresión “unos y otros” le abre la puerta a que los peores politiqueros corten la papaya a su conveniencia.

Conoce más

 

Sin comentarios aún. Suscríbete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.