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Por qué sí ver “Narcos”

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Catalina Uribe Rincón
15 de septiembre de 2016 - 02:00 a. m.
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Tras el lanzamiento de la segunda temporada de Narcos surgió nuevamente la discusión pública sobre las consecuencias negativas de esta serie para la imagen pública de Colombia.

Hace poco una amiga indignada con el programa me contó que, en medio de una discusión jurídica, cuando ella añadió: “En Colombia el procedimiento es…”, un abogado español la interrumpió y burlándose le dijo: “plata o plomo, ¿cierto?”.

He leído además varios artículos que critican los estereotipos que se perpetúan en la serie y otros que incluso exhortan a ignorar el programa televisivo como una forma de protesta. Uno de ellos decía, por ejemplo: “lo invito a que pare de ver Narcos y experimente la Colombia real”. Sin embargo, me pregunto: ¿cuál será la Colombia real a la que se refiere? ¿La de la paz estable y duradera? ¿La que está libre de cultivos ilícitos y de narcotráfico?

Esta semana el presidente Obama envió a su Congreso la lista de los países productores y de tránsito de drogas, entre los cuales, por supuesto, está Colombia. El cultivo de cocaína en nuestro país aumentó en un 42 % el año pasado, y se ha triplicado desde el 2012. A esto se suma la discusión del recién nombrado fiscal Néstor H. Martínez, quien propuso reanudar las fumigaciones de cultivos ilícitos con glifosato (¡!); quizá por aquello de que estas fumigaciones han probado ser tan sanas en el pasado.

Así bien, creo que la serie Narcos es buena porque vuelve a sugerir el absurdo en el que seguimos enfrascados con la prohibición de las drogas, sus fumigaciones crueles y lo ilógico que es atacar la producción sin erradicar la demanda. Es sobretodo buena porque recrea, en la misma relación ambivalente que tenemos con la serie, el contraste de amor y odio que tuvimos con Escobar en su momento, y que seguimos teniendo con los “empresarios” turbios. Y, finalmente, es también buena porque no se nos puede olvidar que aunque Colombia está mostrando su mejor cara con sus deportistas, la estabilidad de su economía, y los diálogos de paz, somos un país con prácticas criminales tan arraigadas, que el mundo tendría que ser ciego para pasarlas por alto… exista Narcos o no.

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