El pasado lunes, la cadena estadounidense de almacenes Hobby Lobby y la televisión católica EWTN ganaron una batalla frente a las exigencias del Obamacare: de ahora en adelante, el seguro de salud que les paguen a sus trabajadoras no incluirá ni las pastillas del día después ni los anticonceptivos intrauterinos. La Corte Suprema —y la respectiva Corte de Apelaciones— les concedió a estas compañías dicho “beneficio”, pues, según los magistrados, sus “creencias eran verdaderamente profundas y honestas”.
Después de conocer el fallo, el director de EWTN afirmó: “éste ha sido un muy buen día para la libertad religiosa en América”. En respuesta, las redes sociales no dejaron de resaltar que ninguna de las empresas ha mostrado su interés por prohibir la vasectomía, ni los tratamientos para la disfunción eréctil. Una ironía acertada, como acertada es la preocupación de que ahora las compañías —y no sólo las personas— tengan conciencia. Claro, con una diferencia: estas empresas con conciencia pueden decidir qué pagan y qué no.
La semana pasada en Colombia fue noticia el caso de una pareja a cuya hija le diagnosticaron desde la semana 26 de embarazo graves problemas de salud. El pronóstico era tan oscuro en términos de dolor y sufrimiento, que la pareja decidió interrumpir el embarazo. No obstante, según los padres de la menor, la clínica Colsubsidio Orquídeas les notificó a través de una llamada telefónica que por objeción de conciencia no podrían practicar el aborto.
Así las cosas, dicha clínica no costeó un procedimiento que no comparte y Hobby Lobby (una cadena de útiles para manualidades) no va a pagar por lo que no le parece. La Iglesia en Colombia nunca ha pagado impuestos, así que no tiene sentido nombrarla. Pero, ¿podría Bancolombia, en su apuesta por “una banca más humana”, dejar de pagar el 4x1.000 porque no cree en la guerra? ¿Podría el Éxito, a partir de su profunda y sincera creencia en el libre mercado, ignorar los aranceles? ¿Y qué pasaría si Ecopetrol no creyera en el medio ambiente?