Sobreviviendo como cucarachas

Sigue a El Espectador en Discover: los temas que te gustan, directo y al instante.
Catalina Uribe Rincón
20 de diciembre de 2018 - 05:00 a. m.
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

A veces creemos que las grandes pestes fueron las más temibles amenazas del pasado. Sin embargo, como lo narra Thomas Bollyky en su texto “Salud sin bienestar”, fueron las enfermedades cotidianas las que convirtieron a las ciudades en lugares mortales para sus habitantes. La tuberculosis, la fiebre tifoidea y otros males gastrointestinales hicieron que ciudades como Londres tuvieran “más muertes que bautismos” y que por lo mismo necesitaran de alrededor de 6.000 inmigrantes al año para suplir la disminución de su población.

Hoy, gracias a reformas a la salud y planes de urbanización, ninguna ciudad del mundo tiene como causa principal de muerte a las bacterias, virus y otros agentes infecciosos. Pero, como insiste Bollyky, esto no implica que estemos significativamente mejor. A pesar de que la disminución de enfermedades infecciosas ha reducido la mortalidad infantil, la buena salud en la edad adulta es cada vez más escasa. Originalmente,Hoy salvamos vidas con mejoras en la calidad de la infraestructura y prácticas de salud de las ciudades. Hoy lo hacemos a punta de antibióticos y antivirales. Nos inyectamos para sobrevivir entornos cada vez más hostiles.

Bogotá es un ejemplo de ciudad donde se llega a la edad adulta pese a la toxicidad y suciedad del ambiente. La capital del país ha alcanzado ya grados de contaminación extremos. En los dos últimos años expertos han alertado que la calidad del aire que respiramos es comparable con algunas ciudades de China e India, las cuales registran unos de los aires más contaminados del mundo. Pero a nuestro distrito parece no importarle. Mientras Chile tendrá una flota de 3.500 buses eléctricos, nosotros tenemos que resignarnos a seguir respirando diésel.

Los antibióticos, inhaladores y nebulizadores podrán evitar la muerte, pero no nos dan mejor salud. Las irritaciones de los ojos, las enfermedades de la piel y el sin fin de complicaciones respiratorias seguirán incrementando. Antiguamente fue la inversión en infraestructura pública lo que redujo la mortalidad, hoy en día debería ser este mismo bienestar lo que nos ayude a vivir sanamente. La contaminación de Bogotá se nos está saliendo de las manos y si no reaccionamos ya terminaremos convertidos en supercucarachas.

Conoce más

 

Sin comentarios aún. Suscríbete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.