Tratar bien a los amigos y mal a los enemigos

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Catalina Uribe Rincón
03 de octubre de 2018 - 09:00 p. m.
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La República de Platón inicia con una primera aproximación sobre la justicia. Mientras que para Céfalo consiste en decir la verdad y devolverle a cada quien lo que le pertenece, para Polimarco, su hijo, se trata de darle a cada uno lo suyo: a los amigos, el bien, y a los enemigos, el mal. Sócrates duda frente a la primera definición, ¿acaso se le devolvería a un amigo borracho un revólver? La segunda definición es, según Sócrates, propia de la guerra y de personajes como Periandro, tirano de Corintio; Pérdicas, comandante de Alejandro, o Xerxes, rey de Persia.

Los colombianos parecen estar metidos en la noción de justicia propia de la guerra. Es cada vez más común ver a políticos, a personajes de la vida pública y a ciudadanos opinando y actuando según el principio de tratar bien a los amigos y mal a los enemigos. Pensemos, por ejemplo, en la última columna de Daniel Coronell sobre el empresario Carlos Mattos. El despliegue del artículo, así como la discusión en medios y redes sociales, son dignos de una batalla virtual.

La columna denuncia la supuesta compra de Mattos a funcionarios de la rama judicial para obtener decisiones a su favor. Inmediatamente, como ya es usual con las columnas de Coronell, fue atacado por ir en contra de los empresarios y, por lo mismo, de los uribistas. Además, se le acusó de ser antiuribista y, por lo mismo, santista y mamerto. Y, pues bien, digamos que Coronell sea antiuribista, ¿acaso no está bien que denuncie a una persona que soborna a un juez?

Es gravísimo el daño que sufre una democracia que permanentemente asume que sus ciudadanos están en guerra entre ellos. Éstos se ven obligados a tomar partido, a pertenecer a un bando y a construir su identidad en términos de amor, odio o de miedo. Y una vez las partes de la sociedad se alborotan es muy difícil volverlas a llevar a la calma. Pero debemos hacer un esfuerzo grande por mantener la cordura, y si se cree que el señor Mattos es inocente, la solución es probar lo contrario, no comenzar a insultar a diestra y siniestra como un agregado de adolescentes envalentonados.

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