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Trump con tres piernas

Catalina Uribe Rincón

24 de marzo de 2023 - 09:05 p. m.

Esta semana, Trump y sus seguidores jugaron con los medios como no lo habían hecho hace tiempos. Lo curioso es que los insumos que animaron este juego provinieron de periodistas serios con intenciones loables. No se trató de un error ni de un accidente, sino de unos vientos que agarraron turbulencia. Todo inició con una imagen que empezó a circular en redes y que los trumpistas compartieron y compartieron sin ningún contexto. La imagen muestra a supuestos policías de Nueva York deteniendo a Trump mientras él se resistía al arresto. La especulación que generó la imagen desató todo tipo de reacciones, muchas de ellas violentas.

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Fue Eliot Higgins, fundador del medio de creación colectiva e investigación Bellingcat, quien fabricó la imagen. Su intención era humorística: Trump aparece con cinturón de policía y además tiene tres piernas. Cuando Higgins compartió la imagen lo hizo acompañándola de un hilo de Twitter. En el hilo aclaraba que las fotos fueron generadas utilizando Midjourney, una herramienta de inteligencia artificial que crea imágenes a partir de mensajes de texto. En un correo que envió a la Associated Press, Higgins declaró lo siguiente: “Supuse que la gente se daría cuenta de que Donald Trump tiene dos piernas, no tres, pero eso parece no haber impedido que algunas personas las hagan pasar por genuinas, lo que resalta la falta de habilidades de pensamiento crítico en nuestro sistema educativo”.

Lo que pasó con la foto de tres piernas le cayó de maravilla a Trump y a su ya conocida estrategia de medios. Si bien el expresidente fue castigado por un tiempo, ahora que vuelve al ruedo de las elecciones muchas redes sociales le reinstalaron sus cuentas. Poder es poder, al fin y al cabo. Ahora es de esperarse que, para su campaña electoral de 2024, Trump siga con su uso aleatorio de la expresión fake news, así como aprovechándose de sus seguidores, quienes ya sabemos que no tienen reparos en compartir imágenes e informaciones falsas. Como lo dijo la periodista Paula Reid en CNN: mientras los seguidores de Trump agitan los ánimos, él aprovecha para recoger fondos.

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Como hemos visto en las últimas tres tandas de elecciones, las redes sociales sacudieron buena parte de las reglas de la comunicación. Ahora viene la inteligencia artificial con una réplica quizá más fuerte que el primer sismo. Con las ya “viejas” redes sociales cualquier contenido que produzcamos es susceptible de compartirse masivamente en segundos. Ahora, con la “nueva” inteligencia artificial, crear contenido será cuestión de un enter. Aumenta el ritmo de la información y la desinformación una vez más y surgen muchas nuevas preguntas, entre ellas el lugar del humor en la discusión pública.

Siempre ha habido una muy delgada línea entre hacer una denuncia y hacerse un vocero. Pensemos en Juanpis González. Lo que para el autor era una denuncia, para muchos fue una corroboración de su identidad. Igual, de Juanpis podemos discutir. ¿Qué discutiremos ahora cuando no tiene sentido tratar de interpretar la intención del autor porque no hay autoría? ¿Discutimos la intención de quienes retuitearon? Pero cuando son cientos o miles de personas, ¿de qué intención hablamos? A veces esos usernames parecen sacados de una película de zombis. Hordas y hordas de muertos vivientes. En este nuevo ciclo, además, nos estamos arriesgando a que el humor se autocensure para no avivar la sed de sangre. Si esto es cierto, no sólo seguirá aumentando el peligro, sino también el tedio.

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