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Betty Garcés lucía imperial en la tarima. Atrás, las columnas del Congreso eran el escenario perfecto para un momento histórico ese 7 de agosto del 2022. Había nacido en Buenaventura, 39 años atrás, justo en la época en la que la tormenta empezaba a cernirse sobre el puerto. En su primera juventud fue consecuente con su vocación, se fue a Cali a estudiar en el conservatorio Antonio María Valencia y fue única, indiscutible y consiguió el apoyo para irse a vivir a Alemania y obtener un master en Artes de la Escuela Superior de Música de Colonia. Se especializó en ópera. Después vinieron las giras, los escenarios abarrotados en toda Europa. La gloria. Viena, Londres, Salzburgo.
El mensaje que enviaba Petro con Garcés era claro: la cultura sería un medio para reivindicar a los nadie. Al piano estaba Teresita Gómez, afro, hija de un celador en un teatro de Medellín. No tenía nada y lo logró todo a punta de conciertos, de la música que le salía como un manantial de su cabeza. Eran los ejemplos que ponía el Gobierno del Cambio. La cultura dejaría de ser de una élite para convertirse en un motor de transformación social. En el balance de los dos años del gobierno de Gustavo Petro, que acaba de presentar la Fundación Pares, queda claro lo que pretende este gobierno con la cultura, “comprometida con el cambio climático, los conflictos armados, los peligros naturales, la urbanización incontrolada, el aumento de la pobreza y el retroceso de los derechos fundamentales”.
Petro, en su discurso presidencial, anunció a la música como una megaestrategia de identidad. Creía que podía inspirarse en el Sistema de Orquestas de Venezuela que le dio a ese país la posibilidad de lanzar al mundo maestros como Gustavo Dudamel. Petro tenía la ilusión de crear, incluso desde el Congreso, una Ley de Música para que en cada escuela se tuviera a la música en primera línea. Se llamáría Sonidos para la Construcción de Paz.
Dos años después, estas apuestas, citando el informe de Pares, “no muestran adelantos tangenciales o por lo menos no hay fuentes de información y de datos que nos muestren el desarrollo de tales apuestas”.
A finales de enero del 2023, Verónica Alcocer viajó a Caracas a reunirse con la primera dama de ese país, Cilia Flórez. Las fotos de ambas mujeres visitando el Centro Nacional de Acción Social por la Música, se volvieron virales. Pero la idea no caló.
Desde ahí la iniciativa y la estrategia cultural empezó a estancarse. Para muchos especialistas no fue prudente manifestar abiertamente que se iba a copiar algo de la Revolución Bolivariana.
En el siguiente informe, en el último de sus apartados, se verán los problemas que ha tenido el gobierno para implementar su gran sueño de convertir la cultura en lo más importante que pudiéramos tener los colombianos.
