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Presidente, Rock al Parque no se toca

Catalina Valencia

11 de febrero de 2025 - 12:11 p. m.

Hay un viejo cliché que vincula al rock con la revolución. Es cierto que, en mayo del 68, cuando los estudiantes encendieron París con su furia y sus consignas, Street Fighting Man de los Rolling Stones servía de banda sonora. También lo es que Elvis Presley dio nacimiento a la figura del adolescente rebelde. Pero el rock, como la historia misma, no es un monolito. Ha tenido sus gritos de libertad y sus silencios incómodos. No todo ha sido resistencia ni poesía contestataria. Bruce Dickinson, voz de Iron Maiden, es un ferviente conservador; en su último concierto en Bogotá, regañó a quienes fumaban marihuana. James Hetfield, de Metallica, ama las armas y exhibe con orgullo sus trofeos de caza.

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Por eso, señor presidente, en uno de sus incesantes trinos —que a este ritmo superarán el millón antes de que termine su mandato— se equivoca al encerrar al rock en un solo color ideológico. Si algo ha demostrado este género es que su espíritu es tan diverso como sus acordes.

Lo que sí no admite discusión es que Rock al Parque no pertenece a ningún partido ni a ningún gobierno. Desde 1994, el festival ha reunido a más de 5 millones de asistentes de todas las edades, credos y posturas. Ha sobrevivido a diez alcaldes, a crisis económicas y a cambios de administración. Es patrimonio y orgullo de Bogotá, un refugio donde la música es el único estandarte. Amenazar con recortes o manipulaciones en represalia por la decisión de Residente de no tocar en la Plaza de Bolívar es un gesto que recuerda los caprichos de quienes confunden el poder con la propiedad.

Presidente, Rock al Parque no se toca, ni siquiera para meter un grupo de su preferencia en la programación. Asegurar que la inclusión de Mägo de Oz fue iniciativa suya no solo es falso, sino una intromisión indebida en una curaduría que, desde siempre, ha sido potestad de cada administración distrital. Cada alcalde diseña la programación con el presupuesto que le corresponde, sin órdenes desde la Casa de Nariño.

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Su táctica, presidente, es clara: culpar siempre al otro. Culpar al pasado, a la “oligarquía”, a la “clase política tradicional” que, según usted, le impide hacer su trabajo. Pero culpar a la alcaldía de Bogotá por la cancelación del concierto de Residente es desviar la atención de un hecho simple: 500 mil dólares en recursos públicos para un solo artista no es una cifra menor en un país donde, según la Defensoría del Pueblo, más de 80 mil personas en el Catatumbo viven en emergencia humanitaria. Residente, con su historia y su postura, sabía que aceptar ese dinero en este contexto lo metería en una polémica innecesaria.

Rock al Parque es del público, como lo es el arte. No le pertenece a un partido ni a una ideología. Si algún día lo hiciera, dejaría de ser arte para convertirse en propaganda, en un panfleto torpe como los que han sido bandera de tantos regímenes totalitarios a lo largo de la historia.

Y el rock, presidente, no nació para ser un eco del poder.

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