Es hora de volver a la realidad la consabida frase que plantea cómo toda gran tragedia representa una gran oportunidad. Lo primero ya lo tenemos porque lo que se vive hoy en Colombia es eso, una gran tragedia cuyos componentes se analizan hasta llegar al agotamiento. Por consiguiente, es el momento de empezar a plantear los retos para que este doloroso presente no se convierta también en nuestro futuro. Van aquí nueve sugerencias.
Primer reto: elegir al mejor presidente posible, porque infortunadamente no se visualiza una mujer. Un verdadero líder, no un improvisado principiante, con experiencia en el sector público en altos cargos, inteligencia probada y, sobre todo, un ego bien puesto que evalúe la inmensa responsabilidad que asumiría en vez de sentirse dueño del país.
Segundo reto: una vicepresidenta igualmente experimentada en asuntos de Estado que complemente la labor del presidente y no sea simplemente un relleno cuando hay vacíos. Una mujer con suficientes quilates profesionales y personales para que pueda reivindicar la vicepresidencia, hoy tan desprestigiada como la presidencia actual.
Tercer reto: un debate serio y pluralista sobre cambios de fondo en la política económica que parta de reconocer su contribución a la crisis actual. Esta discusión ya empezó en el mundo, pero Colombia sigue dominada por los planteamientos restringidos de los ortodoxos aún en el poder. Hasta Dani Rodrik esta criticando las limitaciones de los economistas actuales.
Cuarto reto: remediar dos grandes vacíos de los economistas (y los colombianos no son la excepción): desconocer los costos inmensos de subestimar el aporte real de la mujer al desarrollo e ignorar la contribución de las políticas económicas actuales a la crisis climática.
Quinto reto: un replanteamiento de la actual política social: 20 % del PIB que ni reduce la pobreza y menos la desigualdad, porque parte de una focalización politizada. Una seria estrategia que reduzca brechas en género, etnia, educación, salud, seguridad social, y regionales, sin lo cual es imposible generar el capital humano para que contribuya a la generación de empleo decente.
Sexto reto: estimular el poder regional real que nace de la contradicción de acabar con su poder actual, corrupto en manos de clanes políticos con demasiados vínculos con el Gobierno Nacional. Para lograr este cambio es fundamental el apoyo al surgimiento de nuevos liderazgos regionales.
Séptimo reto: la corrupción no se puede seguir tomando como parte del panorama nacional, como algo inevitable. Además de esas reformas que los expertos conocen, entre ellas nada menos que la de la justicia, es fundamental revalorizar el control social para atacar la corrupción público-privada.
Octavo reto: transformación productiva, sin la cual es imposible generar el empleo que el país exige. No seguir postergando las reformas al campo colombiano, porque además de su impacto en empleo, en cerrar brecha rural urbana, la agroindustria es la fuente de la reactivación para frenar la desindustrialización que vive el país.
Noveno reto: salir de este pesimismo que genera inacción y pasar al activismo constructivo. Difícil sí, pero no imposible.
Señores precandidatos, mídansele a esta discusión a ver si le ponemos contenido a sus insulsos planteamientos.
cecilia@cecilialopez.com, www.cecilialopez.com, @CeciliaLopezM
