Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Una afirmación de esta naturaleza no se debería hacer en un país como Colombia, que se supone es una democracia, con imperfecciones, pero una democracia. Sin embargo, tal y como van los acontecimientos, se están dando las condiciones para que se justifique hacer un dictamen de este calibre, precisamente cuando se requiere que en este momento el país tenga transparencia en su próximo proceso electoral. Por ello es necesario poner sobre el tapete esas serias amenazas, que hoy son claras y llevarían al país a un verdadero caos.
No solo son peligrosos dos hechos que han sucedido en los últimos días si se toman de manera aislada, sino que su combinación deja en claro el aterrador panorama que se avecina. El primero de ellos es la caída de artículos en la Ley de Garantías. Debe destacarse que se confirma algo que no esperábamos: tener un ministro de Hacienda que, a diferencia de muchos de sus antecesores, por debilidad o complicidad se convirtió en descaradamente clientelista. Cómo es posible que este ministro haya permitido y apoyado que en una superley como es la de Presupuesto, que asigna el gasto público, se incluyera este orangután. Increíble, pero entre los males de este Gobierno quedará para la historia el pecado de quitarle la seriedad y la responsabilidad que esta cartera ha tenido. No se trata ya solamente de insensibilidad social o falta de olfato político del minhacienda, sino de su entrega a la politiquería. ¡Qué vergüenza!
Lo segundo es la inexplicable actitud del presidente Duque, que cayó en el descaro total cuando se evidenció su doble faz. Como senador, cuando estaba en la oposición, rechazó esta posibilidad de hacer política con recursos estatales de manera abierta en medio de las elecciones, pero hacerse el loco y apoyar la feria de recursos públicos en plena campaña electoral ahora, cuando su partido no ve su futuro claro, es inadmisible. Su actitud podría ser: ¿y qué?, yo soy el presidente. Se suma esta a sus otras actitudes de soberbia, que se han vuelto comunes. Esta aprobación es la prueba de que sobrarán recursos para consolidar el peor pecado de la política colombiana: la compra de votos, único medio para asegurar la continuidad del poder que hoy ostenta el actual Gobierno.
A lo anterior se agregan las últimas declaraciones del registrador nacional, quien sin sonrojarse denuncia públicamente que hay cinco millones de colombianos que el DANE, entidad que maneja las estadísticas del país, oculta. El registrador ha actuado como cualquier mago que en medio de la expectativa del público saca el conejo del sombrero, pero esta no es una inocente salida en falso de este señor. Lo que se ha generado es la combinación perfecta: plata para comprar votos y cinco millones adicionales de votantes que no aparecen en los datos oficiales provenientes del Censo de Población. Resultado: la Presidencia para el período 2022-2026 está en venta y además están listos los recursos para hacer esta operación.
¿Será que los colombianos vamos a callar? La esperanza es que lo que queda de institucionalidad en este país funcione. La Corte Constitucional tiene en sus manos la última palabra sobre la Ley de Garantías, y la salida del registrador nacional es tan absurda, tan burda, que no podrá sustentarla.
cecilia@cecilialopez.com, www.cecilialopez.com, @CeciliaLopezM
