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Carlos Camargo Assis, pariente adelantado de los caciques politiqueros de Córdoba y cuya carrera está ligada a su condición clientelista, más que a sus inexistentes créditos profesionales, es el nuevo magistrado de la Corte Constitucional. Formalmente no ha sido elegido, pero no se necesita ser adivino para pronosticarlo. Aunque columnistas y notas de prensa habían advertido que Camargo era el preferido de la Corte Suprema para entrar a la terna de candidatos a ocupar la silla del saliente magistrado de la Constitucional, José Fernando Reyes, la sala plena de ese tribunal no tuvo empacho en confirmar las versiones sobre su intención de violar su propio reglamento (ver). Según la norma que la rige, los tres aspirantes que lleguen al Senado, en donde se hará la votación final para elegir al togado, deberían haber sido seleccionados después de pasar el examen de sus hojas de vidas en un concurso democrático de méritos. Pero si desde el principio se conoce el nombre del ganador, ¿cómo podría uno llamar ese desvío legal? ¿Engaño, trampa, burla, tráfico de influencias, pago secreto de deudas particulares?
Dirán ustedes que aún falta que el Senado vote por Camargo. Pero tampoco habrá que esperar a que el Capitolio elija a uno de los integrantes de la terna compuesta por Patricia Balanta, Jaime Humberto Tobar y Carlos Camargo. Balanta y Tobar son abogados bien reputados pero eso no importa en esta Colombia pequeña. Camargo, entrenado en escalar por los atajos, es el único que goza de cercanía con congresistas de todos los partidos. En mayo del 2024, el virtual magistrado constitucional renunció tres meses antes de que concluyera su periodo en la Defensoría del Pueblo (otro cargo que conquistó con la fórmula favor-con-favor-se-paga). Las noticias que, en esa fecha, registraron su retiro anticipado de la entidad, ya señalaban que “podría estar motivado por su interés en aspirar a ser magistrado de una alta corte” (ver). No se equivocaron como, hoy, nadie lo hace cuando da por seguro su ascenso el máximo tribunal. La huella clientelar de Camargo en la Defensoría fue registrada ampliamente. De acuerdo con juiciosas investigaciones periodísticas, “26 de los 38 nombramientos directivos que ha hecho Carlos Camargo (en la Defensoría) son cuotas de los partidos que lo eligieron”. El título de esa información es ilustrativo de su personalidad: “El defensor agradece con puestos…”. En la lista directiva del entonces defensor y próximo magistrado había cuotas de su suegra, la exsenadora conservadora y madrina local, Nora García Burgos; de su cuñado, el exalcalde de Montería Marcos Daniel Pineda; de sus aliados de los clanes Char y Gerlein; y otros capos y madonas regionales como Dilian Francisca Toro y el condenado Juan Carlos Martínez, del Valle del Cauca (ver).
En esa feria de distribución de puestos, y aun cuando ha sido funcionario judicial de carrera, no puede ignorarse el nombramiento, como vicedefensor, de Robinson de Jesús Chaverra, primo del presidente de la Corte Suprema del año 2024, Gerson Chaverra.
Este magistrado se negó a contestar una solicitud de información de La Silla Vacía sobre su impedimento para votar a favor del nominador de su primo en tan alto cargo estatal. Robinson, su pariente, fue renombrado por Iris Marín.
Del togado Chaverra se sabe que le fascina ser líder interno en las elecciones en que participa la Corte. Pese al interés particular de su corazón familiar, Chaverra desarrolló intensa actividad en la elección de los tres aspirantes que se disputarán los votos del Senado. No solo él: los otros nueve magistrados a quienes Carlos Camargo les otorgó “cupos” en la Defensoría (ver) también fueron habilitados por sus compañeros de corte y mañas para hacerlo a su vez. Como si fueran típicos congresistas, se negaron los impedimentos entre ellos mismos.
Y así, Camargo Assis resultó ser la gran sorpresa: es uno de los favorecidos para ir a la cámara alta a disputarse la silla constitucional. Con 10 votos fijos, el hijo cordobés de la política tradicional está asegurado. En una anterior posición, en la cuestionable Federación de Departamentos, el “magistrado” Camargo apalancó su futura movida como aspirante a otro cargo: Registrador Nacional. La investigación periodística del actual senador Ariel Ávila, que encontró que Carlos Camargo ejecutó “una feria de contratos” en esa federación para favorecer a exmagistrados y familiares de miembros activos del Consejo de Estado, lo obligó a renunciar a esa aspiración (ver). Después cayó de pie con su elección a la Defensoría, en la Cámara, por la abrumadora mayoría de 140 votos de 154 posibles. Ese resultado da fe de sus movidas clientelares. Tal como la que veremos pronto en el Senado. Se repite la escena pero sumando la complicidad de lo más granado de la rama judicial, puesto que Camargo irá al Congreso con el amplio apoyo de la Suprema y con un subrepticio pero definitivo impulso de uno que otro togado de la propia Constitucional. Hay que reconocerlo: Camargo Asiss es un campeón cuando se trata de apuntar a altos cargos del Estado. Teje, teje y entrelaza contratos, puestos y apoyos con quienes después le devolverán las gracias con sus votos.
