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Condecoraciones Duque-Barbosa: lagartería dura

Cecilia Orozco Tascón
06 de julio de 2022 - 05:30 a. m.

“... Un reconocimiento a los años de servicio que le ha dedicado a la Fiscalía General de la Nación. Su consagración al trabajo y aportes en beneficio de la entidad ha contribuido (sic) con el compromiso de administrar justicia en el país”, dijo la presentadora del sacrílego acto del Teatro Colón en que se entregó la Condecoración Enrique Low Murtra a servidores de esa entidad. Apenas corre la mitad del 2022, pero el despacho de Barbosa decidió adelantar la ceremonia que, por tradición, se celebra en el mes de diciembre. Tanto afán se entiende porque el 7 de agosto, es decir, dentro de 30 días, se producirá el cambio de gobierno y Barbosa tendría que pedirle ya no a su compinche Iván Duque sino a Gustavo Petro que, como presidente en ejercicio, firmara el decreto con los nombres de los funcionarios seleccionados, previamente, por el propio fiscal general que preside un grupo en el que también participan sus subalternos inmediatos. A esta especie de ejercicio de yo-con-yo fue reducida esa distinción en manos de Barbosa para resentimiento y molestia de miles de personas dignas que trabajan, con honestidad, en el ente investigador. El premio, que lleva el nombre del sacrificado Low Murtra y que se creó para rendir un homenaje a la memoria del exministro de Justicia asesinado por los sicarios de Pablo Escobar, se otorga con el fin de “exaltar las virtudes, consagración, perseverancia y superación especial” de quienes se destacan en sus tareas judiciales. Pero con Barbosa no solo se violó esa noble intención: en su versión actual bajó de nivel y quedó a ras con la “lagartería” nacional.

“Invito al señor presidente de la República y al fiscal general a entregar la condecoración”, añadió la meliflua presentadora que ya había anunciado el nombre de uno de los premiados: “Gabriel Ramón Jaimes Durán, coordinador de la Fiscalía Delegada ante la Corte Suprema de Justicia...” (ver). Aplausos en el recinto en que la gran mayoría de sillas estaban ocupadas por... empleados sometidos a Barbosa. Jaimes recibió abrazo y pergamino de Iván Duque y, claro, de Francisco Barbosa. Como todo el mundo sabe, Barbosa le debe el puesto a Duque y este le debe el suyo a Uribe. Pese al espectáculo de espejismos que montó la Fiscalía, Gabriel Jaimes será recordado no por sus “virtudes y consagración” a la justicia sino por lo contrario: por tratar de obstruirla para que una jueza sentenciara —en contravía de lo que indican centenares de pruebas recopiladas por la Sala Penal y, después, por la Sala de Instrucción de la Suprema— la inocencia de Uribe Vélez, jefe de Duque quien es el jefe político de Barbosa quien es el jefe judicial de Jaimes. Perdonen la frase que parece trabalenguas pero no es: es la vergonzosa realidad de lo acontecido hace unos días.

De esta manera, la Condecoración Enrique Low Murtra pasó de ser un honor, a ser una medalla a la conducta dolosa y servil de quien merecería, más bien, ser procesado por su comportamiento fronterizo con la ilicitud. Entre los espectadores del bochornoso acto se encontraban, también, unos magistrados de la Sala Penal y de la Sala de Instrucción del alto tribunal. Algunos de ellos dirigieron la investigación del caso Uribe; armaron un sólido expediente en su contra e indagaron al imputado. Eran los mismos a quienes Uribe, Duque, Barbosa y Jaimes injuriaron con abuso de su poder temporal. Cuenta El Espectador, en la sección Alto Turmequé, que los togados “se sintieron emboscados” y que “por eso mismo, apenas se percataron de la condecoración a Jaimes, quien además durante el caso Uribe utilizó expresiones muy desobligantes contra la Corte, varios se retiraron del evento”. Según la misma nota, “un magistrado, molesto, dijo al final que hubo un «entrampamiento»”. No puedo terminar sin decir que Barbosa condecoró también a Duque, faltaba más, como retribución a la Cruz de Boyacá que Duque le acababa de dar a Barbosa quien, además, recibió otra condecoración del Congreso de la República. Yo te condecoro, tú me condecoras, nosotros nos condecoramos. Lagartería pura y dura.

 

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