Apenas empezamos a conocer detalles de la voracidad del gobierno uribista que acaba de terminar. Apenas estamos constatando la conducta enfermiza que asumieron respecto de los bienes públicos el propio presidente de la República, sus funcionarios más cercanos y los jefes que él había designado en las entidades públicas. No puede ser casualidad que todos se hayan concentrado, semanas antes del cambio de administración, en exprimir hasta el último billete, puesto, contrato y compromiso estatal que había disponible. Tal vez se expidieron, de manera verbal, directivas precisas con la indicación de entregarles los negocios oficiales y...
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