Me gustaría no tener que referirme, nunca más, a personajes que perjudican la moral pública, pero no ha sido posible que mi deseo se cumpla porque la cosecha es abundante. El nombre de Néstor Humberto Martínez, también público por su permanente cercanía con el poder, aparece una y otra vez en las informaciones sobre asuntos que nos competen a todos por cuanto podrían afectar nuestros derechos ciudadanos. Sucesos de trascendencia social y judicial que se vienen desencadenando estos días indican, en todo caso, que su polémica vida empieza a pasarle cuentas de cobro, irónicamente cuando se encuentra en la cúspide de sus ambiciones resueltas: millonario, protegido de billonarios, exalto funcionario de casi todos los gobiernos, amigo o aliado de expresidentes y de los círculos de decisión. En un país como este, un estatus como el suyo garantiza impunidad.
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Me gustaría no tener que referirme, nunca más, a personajes que perjudican la moral pública, pero no ha sido posible que mi deseo se cumpla porque la cosecha es abundante. El nombre de Néstor Humberto Martínez, también público por su permanente cercanía con el poder, aparece una y otra vez en las informaciones sobre asuntos que nos competen a todos por cuanto podrían afectar nuestros derechos ciudadanos. Sucesos de trascendencia social y judicial que se vienen desencadenando estos días indican, en todo caso, que su polémica vida empieza a pasarle cuentas de cobro, irónicamente cuando se encuentra en la cúspide de sus ambiciones resueltas: millonario, protegido de billonarios, exalto funcionario de casi todos los gobiernos, amigo o aliado de expresidentes y de los círculos de decisión. En un país como este, un estatus como el suyo garantiza impunidad.
A la valiente intención de la familia Pizano Ponce de León de confrontar la versión de Martínez Neira sobre las circunstancias en que ocurrieron las muertes del ingeniero Jorge Enrique Pizano y su hijo Alejandro, en momentos en que sus testimonios sobre el entramado corrupto de Odebrecht en Colombia les habrían dado un vuelco a las lánguidas investigaciones de la Fiscalía, se han sumado otros hechos graves que involucran al exfuncionario. Uno de ellos, el que cuestiona su idoneidad de columnista, un rol que, supone uno, debería desempeñar con destreza por su experiencia y por la condición privilegiada de quienes serían sus fuentes. Pues bien, sus insinuaciones perversas del domingo pasado, en el comentario que tituló “Brindis colombo-chino por el metro”, fueron desmentidas, rotundamente, por los mencionados que le pidieron rectificación inmediata (veremos si lo hace). En medio de chistecitos burlones, el exfiscal plantó la duda de la existencia de un contubernio doloso entre el consorcio constructor del sistema de transporte y las directivas de la entidad distrital encargada de vigilar su ejecución.
Ciertamente, todos los columnistas nos equivocamos en ocasiones. Pero no suele suceder que quien opina publique una falsedad adjudicándose su autoría, tal como lo hizo Martínez cuando aseguró: “Este lunes (30 de enero) presencié un almuerzo al que asistieron las partes del mayor contrato de obra existente ... La convocatoria gastronómica se llevó a cabo en el exquisito restaurante Pajares Salinas ... en su salón abierto lo que permitió a todos los comensales seguir los detalles del encuentro...”. A las pocas horas, el presidente y representante legal del grupo Metro Línea 1 SAS, Wu Yu, y el gerente de la empresa Metro Bogotá, Leonidas Narváez, le enviaron sendas notas al “testigo” del encuentro en los siguientes términos: “La información recogida en la columna ... es falsa y la reunión a la que hace referencia nunca tuvo lugar...” (Wu Yu); “La mención que usted hace relacionada con mi presencia en una reunión celebrada ... en un restaurante de Bogotá con miembros del consorcio chino ... no es cierta. No he estado en el restaurante que usted menciona...” (Leonidas Narváez). A nadie que no sea mentiroso compulsivo le pasa por la cabeza dar fe de que vio algo que jamás sucedió; menos aún alguien, en sus cabales, se atrevería a armar toda una narración sobre lo que habrían conversado los asistentes, los platos y los vinos que habrían consumido, los brindis que habrían hecho, etc., etc., siendo una historieta fantasiosa.
Sumémosle a los tropiezos relatados, uno más delicado: la decisión de la JEP, anunciada por su presidente, Roberto Carlos Vidal, de interponer denuncias penales y quejas disciplinarias en contra de funcionarios de la Fiscalía de Martínez Neira por sus conductas tal vez ilegales, en el oscuro caso de la solicitud de extradición de alias Jesús Santrich junto con la probable operación de entrampamiento que buscaba perjudicar, en el fondo, el Acuerdo de Paz. “El informe de la comisión de magistrados permite inferir que se pudieron haber cometido delitos como obstrucción a la justicia, fraude a resolución judicial y ocultamiento de pruebas por las presuntas maniobras dilatorias en la entrega de información y evidencias de parte de la Fiscalía [de Martínez Neira], en contra de la JEP”, dijo el magistrado Vidal. Lo que tanto hemos “martillado” algunos periodistas que insistimos en arar en el desierto va tomando forma judicial, muy probablemente, con Martínez como indagado. Confieso que, a pesar de haber observado el comportamiento de este hombre, figura central de la gran prensa, no deja de sorprenderme su personalidad.