El mejor ejemplo de que el método que adoptó Colombia para elegir a sus magistrados es pernicioso y propenso a la equivocación, es la selección de Cristina Lombana para la Sala de Instrucción de la Corte Suprema, designada por el pleno de esa corporación. En tal sala se investiga y acusa a senadores y representantes a la Cámara, una tarea de gran relevancia democrática. Por eso, y porque la dignidad de los jueces no puede quedar en manos de un -o una- irresponsable, no debería haber margen de error. Pero existe: la presencia de Lombana en un alto tribunal, su intervención en los procesos de manera sesgada, arbitraria y contaminada...
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