Con total cinismo en otro de sus actos que casa, como anillo al dedo, a su conducta, el nuevo miembro de la Corte Constitucional, Carlos Camargo, usó el espacio de opinión que le regaló El Tiempo en su edición del domingo pasado, para insultar la inteligencia, la memoria y el sentido común de los colombianos que estamos atentos a los acontecimientos nacionales. A nadie en el país se le ha olvidado que este rastreador perenne de altas posiciones estatales fue seleccionado por la Corte Suprema, y elegido por el Senado, con la participación de togados y congresistas que, con sus votos, pagaron la deuda que adquirieron con él cuando les otorgó largos contratos y puestos a sus esposas, parejas secretas, hijos, nueras o hermanos, con el fin de que gozaran de dineros oficiales y ventajas conexas. Sin embargo, el aliado y familiar de los caciques y cacicas de la costa Caribe pretendió borrar con la inocencia de la pregunta con que tituló su escrito: “¿Qué pueden esperar de mí?”, la historia sobre su pasado clientelista, único “mérito” que consta en su currículum.
“De mí pueden esperar tres cosas fundamentales”, se autorrespondió y, sin sonrojarse, aseguró: “independencia, porque el juez solo les rinde cuentas a la Constitución y al pueblo; cercanía con la realidad nacional porque una corte que se aleja de la vida de la gente, pierde legitimidad… y sensibilidad humana porque detrás de cada expediente hay un rostro que espera justicia” (ver). No obstante, su “cercanía con la realidad nacional” y su “sensibilidad humana” resultan falsas a la luz de los hechos derivados de su desempeño en la entidad que lideró mientras preparaba su salto a la corte, y cuya función era –es– garantizar la eficacia de los derechos civiles: la Defensoría del Pueblo. Entre muchos reclamos que se produjeron por la hostilidad del hoy magistrado con los manifestantes del 2020 y 2021; por su indiferencia ante la violencia policial y por su silencio frente a las muertes y lesiones permanentes de decenas de jóvenes activistas, se destaca un informe documentado de La Liga contra el Silencio (alianza de medios y periodistas de investigación) cuyo título es significativo: “#SalióMal: Una Defensoría de espaldas a las comunidades”. Ese artículo es de septiembre de 2022 e inicia con una introducción devastadora: “alertas engavetadas, nombramientos cuestionados, informes confusos sobre el país y líderes sociales que denuncian el abandono en la defensa de los derechos humanos…”. De esa manera se describe la gestión de quien ocupará una silla, con voz y voto, en la corte garante de las libertades y la democracia (ver). ¡Tremenda contradicción!
Por último, si alguna vez Camargo tuvo una mínima cuota de “independencia” en el ejercicio de sus funciones públicas, ella desapareció cuando sus electores de la Suprema y el Congreso lo convirtieron en magistrado. Sus votantes ya le pagaron sus contratos con un asiento en la cúspide judicial. Ahora, el pasivo está en sus bolsillos y él les debe gratitud y lealtad. La cola que le queda es larga (ver). No es sino leer las felicitaciones de los jefes de sus adherentes para contar la fila: trino del Centro Democrático (ver), mensaje de Cambio Radical (ver), nota del partido Conservador (ver) y discursito de Gutiérrez, el de Medellín, que gasta su tiempo en actividades de precandidato presidencial, más que en aquellas que le exige su ciudad. Las pistas sobre los compromisos que el togado de clientelas lleva ‘enmochiladas’ a la Constitucional son elocuentes. El líder de la ultraderecha colombiana, Uribe Vélez, reveló –tal vez sin darse cuenta– la identidad de algunos de los que rodean al “independiente”, fuera del propio Uribe, desde luego. “Hace más de un año fui invitado por la doctora Alicia Arango a una comida en su casa, también asistieron el ex Presidente (sic) Iván Duque y el doctor Carlos Camargo…”, escribió el exmandatario a meses de la votación a favor del recién elegido miembro de la Constitucional (ver). Justo en la fecha en que, según el expresidente condenado, se realizó el encuentro, el togado estaba preparando su retiro anticipado de la Defensoría para poder aspirar a la corte sin inhabilidades legales. Imposible que sus cálculos eleccionistas no hubieran sido el eje de conversación; y, claro, de la planeación de su exitoso camino hacia el Palacio de Justicia. El tiempo y sus sentencias lo dejarán desnudo. Y, a propósito de la pregunta que formuló en su espacio privilegiado de El Tiempo, la respuesta correcta es que de Camargo solo puede esperarse la reiteración de su comportamiento inmoral.