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Saquen a la oposición de la cocina

Cecilia Orozco Tascón

14 de marzo de 2023 - 09:05 p. m.

Ciertamente, el presidente Petro y sus “revoluciones” pasan por una etapa crítica: el golpe a la imagen del mandatario, que ha sufrido merma por el estallido de un escándalo familiar de delicadas connotaciones para uno o dos de sus parientes, ha disminuido su fuerza política que lo hacía casi invencible ante sus opositores por la renovación social que todavía él personifica. En la esquina contraria, es también innegable que varios expresidentes de la República, los caciques electorales en época de caza de votantes y los grupitos de venta de avales andan frotándose las manos con el descenso del poder de Petro que puede implicar que, después de todo, el “Gobierno del cambio” no podrá arrebatarles los negocios multimillonarios que montaron con los bienes del Estado para su beneficio y el de sus hijos, ninguno de los cuales se llama Nicolás ni se apellida Petro, por supuesto. Llevan otras identidades más elegantes o “elegantizadas” por la conveniencia que se encarga de acallar sus propios escándalos. Por ejemplo, los de los señores Uribe, los de los Gaviria, los de los conservadores y, cómo no, los de los doctores Pastrana; sumen unos del vargasllerismo y otros de la U, con su, esta más que los anteriores, “elegantizada” Dilian Francisca. No quedaría títere con cabeza si, en una sola oportunidad, la que se presenta ahora, la Colombia del común desnudara a sus dirigentes, no solo a uno. Pero eso no va a ocurrir. Tranquilos.

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Por ocultar sus vergüenzas inconfesables, de una parte, y por su pequeñez intelectual, de la otra, las figuras caricaturescas de la oposición han caído encima del intruso palaciego revolviéndose en el fango del chisme y regodeándose con las intimidades de una pareja desavenida, con morbo casi sexual, en lugar de aprovechar el debate público discutiendo sobre el menudo problema que tiene una sociedad como la nuestra que carece de estándares morales y de límites éticos, empezando por los que jamás practican sus dirigentes. Pero, en su lugar, se oyen barbaridades sobre asuntos que no incumben al público porque son privadísimos, sobre las esposas de los Petro, o sus ex, o, peor, sobre las “mozas”, según término asqueroso que he visto publicado; sobre sus hijos, sus hermanos, sus… etc. Aun conociendo el almendrón, no deja de sorprenderme el nivel al que han llegado, por su odio de clase, unos críticos del mandatario actual.

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El periodista Daniel Coronell, de la revista Cambio, le preguntó al presidente: “¿Qué clase de padre ha sido usted para Nicolás? ¿Pudo enseñarle valores?”. La respuesta de Petro fue: “No, no, porque fue la época de la clandestinidad (y la cárcel, siendo guerrillero) … realmente nunca tuvimos la oportunidad de convivir … No lo crie. Esa es la verdad”. Pues bien, en menos de 24 horas una persona, atribuyéndose la facultad de revelar datos íntimos que no inciden en el ejercicio del poder ejecutivo, escribió en redes, para que cualquiera pudiera leer su mensaje, sobre presuntas demandas y contrademandas entre el padre y la madre del denunciado vástago y terminaba con una frase amenazante para el jefe de Estado: “No escarbe que sale mal librado”. Repito: ¿han visto ustedes alguna publicación sobre las peleas entre Duque y María Juliana, o María Clemencia y Santos, o Ana Milena y Gaviria, o Lina y Uribe? Se oyen muchas cosas sobre ellos pero jamás han trascendido.

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Bueno, dirán que quien incurrió en esa falla fue una persona X que desconoce el oficio de la crítica. Pues no. Me dediqué a atender la polémica de los expertos opinadores. Unos concluyeron, vaya usted a saber por qué, que el presidente, cuando dijo: “No lo crie”, no estaba relatando su condición de padre ausente sino que quería culpar a la madre de su hijo de su conducta desviada. Otros indicaron que Petro sería ejemplo para que los padres abandonaran a sus familias. Y el director del famoso programa radial, aterrado por la lejanía paterna, dijo: “¿Y la genética (de Nicolás) qué?”. Palabras más, palabras menos, el conductor de la opinión nacional añadió que “la genética” (de Petro) tiene que ver con la corrupción (de Petro). Sus compañeros de mesa lo acompañaron en su determinismo hereditario puesto que ninguno protestó por la barbaridad histórica que acababa de decir su jefe. Esa posición se conoce en el mundo desde hace más de un siglo como el movimiento eugenésico según el cual los rasgos físicos y psicológicos, con todos sus defectos, se heredan de manera inevitable y nadie puede modificarlos. Por eso, quienes los padezcan no deben reproducirse ni vivir: constituyen seres inferiores. La Alemania nazi aplicó esa teoría para exterminar a los “impuros” que eran todos, salvo los arios. Pregunta: ¿esta es la calidad de discusión que hay que dar para hablar de la corrupción que carcome al país?

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