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Una víctima del expresidente: Deyanira Gómez

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Cecilia Orozco Tascón
30 de julio de 2025 - 06:55 a. m.
“El fallo contra Álvaro Uribe Vélez (...) constituye una forma de reparación para esta víctima”: Cecilia Orozco Tascón
“El fallo contra Álvaro Uribe Vélez (...) constituye una forma de reparación para esta víctima”: Cecilia Orozco Tascón
Foto: Agencia EFE
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Así como muchos personajes influyentes “pelaron el cobre” durante el juicio contra Uribe Vélez, en particular cuando intimidaron a la juez del caso para impedir que ella fallara de acuerdo con la ley y su conciencia, también hubo ciudadanos valientes que sostuvieron su verdad pese al riesgo que podrían correr si se enfrentaban al poder político más fuerte de este siglo en Colombia. Entre estos, se destacan tres mujeres que superaron la misógina defensa del expresidente: la juez Sandra Heredia, quien mantuvo la dignidad de su cargo a pesar de los ataques no exentos de complejo de superioridad de los apoderados del exmandatario; la fiscal primera delegada ante la Corte Suprema, Marlenne Orjuela, a la que trataron de expulsar del proceso con inventivas sin credibilidad; y Deyanira Gómez Sarmiento, la más débil de las víctimas de la trama delictiva en que incurrieron el exjefe de Estado y su cómplice, Diego Cadena, de acuerdo con el dictamen del lunes pasado.

Gómez, cuya actuación fue determinante en los hechos que llevaron al líder del Centro Democrático a comparecer ante la justicia, era una presa fácil de destruir, según debió calcular el entorno uribista: médica del común que se ganaba la vida prestando sus servicios profesionales donde la enviaran; madre cabeza de familia con dos hijos menores cuya manutención dependía solo de ella; pareja de un condenado, padre de uno de sus niños y, a su vez, testigo principal en contra del expresidente, Deyanira podría ser derrotada con un pequeño empujón.

Pero quienes así lo calcularon se equivocaron, porque se toparon con la voluntad de las colombianas corrientes, acostumbradas a ganarse el pan de cada día sin ayuda de nadie. Gómez asistió emocional y materialmente a su compañero de esa etapa de su vida, el recluso Juan Guillermo Monsalve, cuando una tropa de subalternos de Uribe Vélez compuesta por miembros de la más representativa clase política y de la más baja condición penal, intentó que el condenado cambiara la única versión que ha rendido ante la justicia en 13 años, sobre el pasado de los Uribe Vélez. Deyanira advirtió a su pareja sobre las trampas a las que sería sometido si no probaba, más allá de cualquier duda, el soborno con el que estaba siendo tentado; le hizo llegar a su celda el famoso reloj videograbador que recibió la Corte Suprema y con el que Monsalve evidenció quiénes y cómo lo estaban “comprando”; radicó, en el alto tribunal, la carta de retractación que, presuntamente, firmaba de manera voluntaria el preso; y entregó, también, el video en que se demostraba la real conducta del abogado Cadena que Uribe contrató.

La vida de Deyanira Gómez, reconocida víctima en el juicio que acaba de terminar con la condena del jefe del Centro Democrático, estuvo en peligro desde entonces. En cuanto empezó a colaborar con la Corte Suprema, recibió amenazas; fue seguida por motos sin placas, manejadas por individuos inidentificables; su residencia fue vigilada por agentes disfrazados de mendigos y, repentinamente, fue despedida de su trabajo, estable durante seis años. Pero las afectaciones más graves a sus derechos a la vida, la tranquilidad, la seguridad propia y de sus hijos, el trabajo y la libertad de movimiento y de expresión, fueron las pérdidas de su patria y de su buen nombre: para sobrevivir, se vio forzada a pedir asilo en otro país desconocido para ella y sus niños, en donde reside sin idioma, familia ni allegados, desde hace siete años. Su exilio no fue óbice para que sus poderosos atacantes continuaran persiguiéndola. Desde entonces, círculos cercanos al expresidente condenado, apoyados por medios de comunicación que abandonaron el quehacer del periodismo por la militancia uribista, han hecho publicaciones para deshonrarla en vista de que no pudieron contrarrestar sus declaraciones. Miembros del Centro Democrático, periódicos, revistas y algunas cadenas, la han exhibido como guerrillera de las FARC con una supuesta tendencia criminal, por sus nexos sentimentales. A Deyanira Gómez, a quien le esculcaron su pasado, en cuál pueblo nació y a cuál ideología pertenecieron sus abuelos, padres o hermanos para encontrarle una “conexión” delictiva, como recientemente lo hicieron con la juez Heredia, le aplicaron la típica embestida de desprecio por las mujeres: culparla de los actos de los hombres con quienes tuvo relaciones sexuales o emocionales. El fallo contra Álvaro Uribe Vélez por los delitos de soborno en actuación penal y fraude procesal no es definitivo puesto que sus apoderados tienen derecho a apelar ante el Tribunal Superior. Pero constituye una forma de reparación para esta víctima: al menos en primera instancia, la justicia puso en su sitio a uno y a la otra. Deyanira actuó como lo hacen las personas que respetan la ley.

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