Los ciudadanos del común, es decir, el 99 % de los habitantes de este país, estamos sumidos en el desconcierto, la desesperanza y el pesimismo sobre el futuro, no ya lejano sino inmediato de la nación, la casa que cada vez nos acoge menos y que parece querer expulsarnos hacia otros lugares aunque no deseemos irnos. Se sabía que el primer gobierno de izquierda en una Colombia dominada por la mayoría retrógrada no iba a transitar fácilmente su periodo. Se sabía que el poder político y, ni se diga, los económicos y sociales de escasos apellidos iban a obstaculizarle el camino al “guerrillero” Petro, como suelen calificar al actual mandatario en un acto de abierto desprecio por su vida legal de más de 30 años, a pesar de que fue viabilizada en un acuerdo de paz con el Estado que inició el conservador Belisario Betancur y que firmó Virgilio Barco, uno de cuyos ministros fue César Gaviria. Así que no fue una conjura comunista interna ni la diabólica izquierda internacional las que posibilitaron la futura carrera pública de quien ganó las elecciones presidenciales en 2022: fueron los representantes de la rancia clase tradicional conservadora-liberal los que lo hicieron.
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¿Valiente, traidor o espía caballo de Troya?
28 de febrero de 2024 - 02:00 a. m.