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Despliegues, operaciones y mousse de mango

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César Niño
06 de septiembre de 2025 - 04:21 p. m.
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Esta semana ocurrieron dos hechos fundamentales que captaron la atención mundial.

Por un lado, acompañado de una profunda romantización sobre China y su papel global, se produjo el despliegue militar con el que el régimen exhibió su arsenal más avanzado. La excusa oficial fue la conmemoración de los 80 años del fin de la Segunda Guerra Mundial, pero, como toda excusa, sirvió de tobogán para deslizar otros asuntos de gran calado.

Al evento asistió la élite dictatorial y autoritaria del planeta: Vladimir Putin, Kim Yong-Un, Alexandr Lukashenko, el iraní Masoud Pezeshkian, el pakistaní Shehbaz Sharif y Min Aung Hlaing de Myanmar, entre otros. De las Américas, solo estuvo Díaz-Canel de Cuba. Varios autócratas de Asia y África completaron la lista, mientras que algunas democracias enviaron apenas diplomáticos de tercer nivel. El encuentro se realizó en la plaza de Tiananmen, lo que inevitablemente evoca la masacre estudiantil de 1989.

Algunos analistas y medios han interpretado esta cita como una puesta en escena de la contrahegemonía frente a Estados Unidos; sin embargo, la paradoja es evidente: se plantea una hegemonía frente a otra. Otros sugieren que estamos ante el germen de un nuevo orden mundial liderado por China y Rusia. Puede que lo sea, aunque lo seguro es que, como reflejaron las coberturas de prensa, la diplomacia autoritaria parece operar con mayor eficacia que otras. Durante el encuentro, Pyonyang y Moscú cerraron filas para enviar más tropas norcoreanas a Ucrania, mientras Beijing facilitaba transacciones entre Putin y Kim. Todo ello ocurría mientras los invitados comían pastel de guisantes y mousse de mango, según el menú oficial. La élite autocrática estuvo reunida construyendo mecanismos de defensa mutua y delineando visiones compartidas de sus zonas de influencia, mientras Xi Jinping mostraba orgulloso sus armas más avanzadas con la intención de inquietar a Occidente.

Por otro lado, la Armada estadounidense lanzó en el Caribe una operación militar letal contra 11 narcotraficantes del Tren de Aragua, según informó la Casa Blanca. El hecho despertó júbilo en algunos sectores, que lo romantizaron, pero también preocupación en otros. Sin duda, constituye una violación al derecho internacional. La visión de seguridad del gobierno de Trump, en particular en la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo, genera una peligrosa niebla. Siete buques de guerra, un submarino nuclear, más de dos mil marines y varios aviones espía sugieren que la operación busca también disuadir al régimen de Maduro. Como señaló Ian Bremmer, usar buques anfibios y misiles de crucero en una redada antidrogas es como matar un mosquito con un soplete.

El despliegue, que cuesta cientos de millones de dólares, conlleva riesgos de errores de cálculo, desvía recursos de escenarios estratégicos y emplea mucha más fuerza de la que requería la misión declarada. Es probable que Washington no busque una invasión para derrocar al régimen, aunque no se descartan operaciones quirúrgicas contra la élite chavista-madurista. Sin embargo, eso no garantiza que la estructura caiga. Trump, con el bombardeo a la lancha de los narcotraficantes en el Caribe, viola el derecho internacional, como también lo hacen otros actores. Pero no se pueden quebrantar las reglas del juego para supuestamente defenderlas.

Estados Unidos ejecutó este ataque —y seguramente vendrán más— con varios propósitos: acelerar la implosión del régimen, presionar el círculo más cercano de Maduro y apuntarse una victoria en política exterior, en un contexto donde Ucrania y Gaza no le han dado réditos. Tanto la élite dictatorial del planeta como lo que queda del liderazgo del “mundo libre” parecen coincidir en la lógica del despliegue de fuerza y la exhibición de músculo para reafirmar sus zonas de influencia. Todo ello, mientras se disfruta de mousse de mango.

*Profesor de Relaciones Internacionales

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César Niño

Por César Niño

Profesor de Relaciones Internacionales.@cesarnino4
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alvaro rodriguez(18137)06 de septiembre de 2025 - 11:56 p. m.
El profe César de casualidad es docente de la Sergio arboleda?
Gines de Pasamonte(86371)06 de septiembre de 2025 - 06:00 p. m.
La fuerza militar utilizada por los gringos para el caso que reseña, César, es tan ridícula, como prentender atacar a una piragua con un submarino nuclear. !Plop! Ahí está pintado de cuerpo entero la decadencia del otrora: "coloso del norte". !Plop!
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