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El mundo, Taiwán y el 2026

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César Niño
30 de diciembre de 2025 - 11:00 p. m.
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El 2026 será un año crítico para la existencia taiwanesa. No hay que olvidar que Xi Jing Ping declaró que la fecha límite para hacerse de Taiwán por la fuerza claudica en 2027. Por eso, todo lo que ocurra en 2026 con la cuestión de Taiwán será la configuración del preludio y suerte de la isla. El afincamiento autoritario de China y la distancia con la democracia taiwanesa han hecho que la hipótesis de la reunificación se diluya y permita que Pekín note, con la mayor agresividad, que la suerte del estrecho pasa por Xi.

Mientras tanto, la identidad taiwanesa se consolida a partir del agresor. Entre más ofensiva es la posición china sobre la isla, Taiwán resuelve cristalizar su noción de existencia y, al tiempo, la tesis de la reunificación se va por la alcantarilla. Será crítico el 2026 en esta materia, y en otras tantas, porque las circunstancias globales indican un orden roto y disautónomo. Una eventual empresa militar china sobre Taiwán traerá el involucramiento a mayor escala de las potencias y una escalada vertical, sin ramificaciones y veloz. La violación de las reglas internacionales es la regla; los líderes autoritarios comparten una agenda de gran alcance entre ellos, mientras que los democráticos enfrentan desafíos propios de toda democracia. Da la impresión de que, para lograr los objetivos a escala geopolítica, los regímenes autoritarios son más exitosos que los otros.

Lo ocurrido entre 2022 y 2025 en materia de conflictos armados sugiere que los grandes poderes globales han perdido, o al menos ahora sí se nota con claridad, cualquier capacidad para desactivar las grandes tensiones y recalibrar el poder en sus zonas de interés. Basta con poner la vista en Medio Oriente, en el Caribe, Ucrania, Ruanda y la República Democrática del Congo, India y Pakistán, Tailandia y Camboya, entre otros. Lo anterior no es un buen presagio para Taiwán; Xi ha tomado atenta nota y las frágiles paces acordadas en algunos territorios abonan el camino para una posible ofensiva militar sobre la isla. Puede que se esté formando un mundo con menos potencias y más potenciales problemas.

El 2026 será un año decisivo para la diplomacia; desactivar la tensión sobre Taiwán, garantizando su existencia e independencia, puede ayudar a contener y restaurar los problemas en otras partes. Hay que tener en cuenta que una guerra con China enfrentaría a dos potencias con armas nucleares y a las dos economías más grandes del mundo; sería devastador. Ahora bien, esta conflagración puede ser el capítulo de mayor intriga geopolítica porque se definiría, de alguna otra forma, el actor capaz de balancear el sistema internacional futuro, pues el futuro de Asia y, por defecto, el de África y Europa estarían en juego. Las cancillerías europeas, y también las americanas, deben prepararse para este escenario. Algunos estudios sugieren que, de iniciarse una invasión china sobre Taiwán, el plantea entraría en una rápida recesión económica. Este conflicto podría desarrollarse y desenvolverse de forma imprevista. No solo estarían involucradas los tres grandes protagonistas (Taiwán, China y Estados Unidos), sino otros actores que han venido participando de simulaciones y proyecciones estratégicas, como Japón, Australia, Filipinas, Corea del Sur y algunos europeos de la OTAN. Esto plantea un escenario complicado, porque Pekín intenta hacer lo posible por refaccionar el establecimiento taiwanés y aprovechar la coyuntura estructural del orden internacional actual. Los sabotajes cibernéticos, el cerco al estrecho, la interrupción de las vías costeras, el encarcelamiento geográfico y el estrangulamiento comercial pueden ser el inicio de una operación militar que puede llevar a muchas muertes sin entrar en contacto directo con el ejército de Taiwán.

En una época de recesión geopolítica y democrática, el 2026, al menos en cuestiones geopolíticas, no luce esperanzador. Un eventual conflicto sobre Taiwán puede ser más peligroso para el orden mundial que cualquier otro; preocupa que las cancillerías y la comunicad de inteligencia, al menos en los actores no potencias, no esté en la agenda. Empezará un año como cualquier otro, lleno de incertidumbres, pero este tendrá un nivel de ansiedad global mayor, una histéresis de conflictos irresolubles, un aumento de la coordinación autocrática, un deterioro de las democracias y un sistema que no termina por morir y uno que no se resuelve por emerger.

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César Niño

Por César Niño

Profesor de Relaciones Internacionales.@cesarnino4
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