Se ha dicho con razón que la política exterior del gobierno Duque ha sido errática. Se ha hablado menos de los puntos ciegos de esa política, como el silencio sobre las medidas de Jair Bolsonaro en Brasil, que afectan directamente los intereses de Colombia y toda la región.
Si un país decidiera represar un río del que depende el agua que beben los ciudadanos de un país vecino, el acto sería considerado hostil, incluso visto como una agresión. Algo equivalente es lo que está haciendo Bolsonaro en la Amazonia, como lo describió
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