Se ha dicho con razón que la política exterior del gobierno Duque ha sido errática. Se ha hablado menos de los puntos ciegos de esa política, como el silencio sobre las medidas de Jair Bolsonaro en Brasil, que afectan directamente los intereses de Colombia y toda la región.
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Se ha dicho con razón que la política exterior del gobierno Duque ha sido errática. Se ha hablado menos de los puntos ciegos de esa política, como el silencio sobre las medidas de Jair Bolsonaro en Brasil, que afectan directamente los intereses de Colombia y toda la región.
Si un país decidiera represar un río del que depende el agua que beben los ciudadanos de un país vecino, el acto sería considerado hostil, incluso visto como una agresión. Algo equivalente es lo que está haciendo Bolsonaro en la Amazonia, como lo describió The Economist al prender la alarma sobre el riesgo regional y global que encarna el excoronel brasilero.
Bolsonaro ha sido tan obstinado como desatinado al promover la ganadería, los agronegocios y la deforestación en la Amazonia. Nombró como ministra de Agricultura a la excongresista líder de la bancada ruralista, representante de los grandes hacendados responsables de buena parte de la tala. Uno de sus primeros decretos (declarado ilegal por las cortes y el Congreso) intentó transferir a la ministra el poder de detener las titulaciones de tierra a los pueblos indígenas que han preservado la Amazonia. Nombró un ministro de Ambiente que piensa que “el deber del Estado es proteger los derechos de propiedad de los terratenientes”.
Confrontado con los datos recientes sobre la explosión de la tala en la Amazonia, Bolsonaro calificó de “mentiras” los datos y les exigió a los científicos consultarle las cifras antes de publicarlas “para que no me cojan con los calzones abajo”. En su lenguaje característico, respondió a las críticas de líderes como Macron y Merkel sobre la deforestación diciendo que “Brasil es la virgen que desean todos los extranjeros depravados”. Su vicepresidente, un exmilitar, lo ha dicho en términos menos burdos: lo que pasa en la Amazonia es asunto de Brasil, no de la comunidad internacional.
En esto último, como en lo demás, están muy equivocados. Lo que pasa en la Amazonia tiene efectos globales, porque la selva es uno de los mayores y últimos ecosistemas que pueden absorber grandes cantidades del carbono que está calentando el planeta y poniendo en riesgo la vida humana. Los efectos de la irresponsabilidad de Bolsonaro se sienten aún más en los países vecinos, que deberían estar protestando porque el agua y la humedad reciclada por el bosque son esenciales para mantener la estabilidad del clima y las poblaciones no solo de la Amazonia sino también de los Andes.
La Amazonia funciona como un río aéreo que riega buena parte de Suramérica. Bolsonaro lo está represando y, según los científicos más informados, puede llevarlo a un colapso sin retorno si, como vamos, durante su gobierno se tala más del 3 % del bosque que queda.
¿Qué tienen que decir el Gobierno colombiano y los demás de la región? ¿Qué tenemos que decir los colombianos y sudamericanos que ya estamos sufriendo las consecuencias?