Dos proyectos sobre la Amazonía en llamas
La reunión de obispos sobre la Amazonía que está por terminar en el Vaticano muestra que lo que está en disputa en el pulmón del mundo son dos proyectos económicos, sociales y políticos distintos. El primero está representado por el gobierno del presidente brasileño Jair Bolsonaro y otros de la región que le apuestan a convertir la Amazonía en el nuevo epicentro minero y de producción de soya, carne y leche para exportación, especialmente al mercado chino.
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La reunión de obispos sobre la Amazonía que está por terminar en el Vaticano muestra que lo que está en disputa en el pulmón del mundo son dos proyectos económicos, sociales y políticos distintos. El primero está representado por el gobierno del presidente brasileño Jair Bolsonaro y otros de la región que le apuestan a convertir la Amazonía en el nuevo epicentro minero y de producción de soya, carne y leche para exportación, especialmente al mercado chino.
Detrás del humo de los incendios que arden en la Amazonía brasileña se avista lo que han mostrado los mapas de organizaciones como el Instituto Socioambiental: un vasto arco de nuevos focos de deforestación para sembrar soya y críar ganado, aupado por las políticas de Bolsonaro; la carretera oceánica que cruzaría la Amazonía para conectar el Atlántico brasileño con el Pacífico peruano, por donde circularían camiones con toneladas de granos y minerales; ferrocarriles que están comenzando a ser construidos con el mismo fin, pero terminarían en el canal de Panamá vía Colombia; la red de hidroeléctricas que represaría los afluentes del Amazonas para producir la energía necesaria para los emprendimientos mineros y los agronegocios.
Como la red de infraestructura que se está construyendo en Asia Central para conectar China con el Mediterráneo, el megaproyecto de transformación de la Amazonía está financiado principalmente por el Estado chino, que no le hace preguntas inconvenientes a Bolsonaro sobre asuntos como los derechos humanos, los pueblos indígenas o el impacto de la destrucción de la Amazonía sobre la crisis climática.
El otro modelo para la Amazonía es el que ha sido más visible en el Sínodo Panamazónico en el Vaticano. Se trata del proyecto socioambiental que les apuesta a las actividades económicas sostenibles de las comunidades tradicionales de la Amazonía, desde los pueblos indígenas hasta las comunidades negras (quilombolas), los pequeños cultivadores de caucho o los pescadores desplazados por las represas. El mismo que han defendido con su vida los obispos de la Amazonía que nunca abandonaron la defensa de los pueblos indígenas y que hoy finalmente son reivindicados por el Vaticano, después de ser perseguidos por los dos papados anteriores.
También la ciencia ha validado el proyecto socioambiental. Como lo han mostrado los científicos más notables de la Amazonía, como Carlos Nobre y Germán Poveda, la deforestación en aumento y los demás impactos del extractivismo están llevando a la región a un punto de quiebre, más allá del cual cesaría el servicio de reciclaje masivo de agua que la Amazonía hace a diario y del cual depende no solo ese ecosistema, sino también la vida y la economía en la cordillera de los Andes.
La tensión entre los dos proyectos no es nueva. De hecho, se ha cocinado a fuego lento durante décadas. Pero cuando la Tierra arde, la temperatura aumenta, al igual que la urgencia de optar por el único proyecto sostenible para el planeta. Esperemos que el documento final del Sínodo ayude a impulsar la visión que los pueblos indígenas, las comunidades tradicionales y los científicos amazónicos están proponiendo.