Llama la atención el silencio de los críticos del activismo ambiental cuando los hechos comprueban las denuncias de los ambientalistas. Denuncias que los críticos lamentablemente tienden a calificar no con argumentos, sino con epítetos que no aportan a la discusión: ambientalistas extremos, teóricos de la conspiración.
Ahí están las advertencias que hicieron hace años los ambientalistas colombianos sobre los riesgos de la represa de Ituango. O las que formularon hace más de una década activistas y científicos brasileros sobre la inconveniencia de construir la tercera represa más grande del mundo, Belo Monte, en el corazón...
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