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El otro almuerzo desnudo

Luis Fernando Charry

02 de noviembre de 2024 - 12:05 a. m.

Desde que publicó su última novela —Aniquilación (2022)—, Michel Houellebecq se ha empeñado en repetir que será la última. No creo: Houellebecq siempre ha sido un melodramático incurable o, dependiendo de su estado anímico, un extremista presuntuoso. No creo entonces que su última novela será la última ni tampoco creo que sea capaz de escribir otra: su decadencia (o su malditismo démodé) seguirá siendo su rasgo más puro y sin duda lo acompañará hasta su muerte. No falta mucho: en el Financial Times, en un artículo reciente a propósito de la publicación de Aniquilación en inglés, Houellebecq dijo que tiene algunos problemas de salud. Está preocupado. Y con razón: sigue fumando mucho.

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Y sigue tomando a su vez más de lo que debería. Del artículo del Financial Times —”Almuerzo con el FT” se llaman este tipo de “encuentros” (todo parece en realidad una puesta en escena del banquete de Trimalción) en los que un variado grupo de personalidades se sientan a hablar de su vida y obra en un restaurante très chic— se puede deducir que hubo ríos de vino. Al fin y al cabo, Houellebecq ya se lo había advertido a la periodista, Magdalena Miecznicka, en una serie de correos electrónicos: “No puedo comer sin tomar vino”. Y también le había advertido: “Después de eso, todo se acaba, no puedo dejar de tomar, así que trato de retrasar la hora fatídica”. De ahí que el almuerzo haya empezado a las seis de la tarde en París, en un bistro del distrito 14, donde Houellebecq tomó mucho vino y comió de todo y habló de todo.

O sea, dijo —volvió a decir— varias estupideces: el ascenso de la extrema derecha francesa en los últimos 20 años se debe a la inmigración y al desprecio total de las élites. “La nobleza, aparte de su nacimiento, no tenía nada que justificara su derecho a permanecer en el poder. Las élites contemporáneas reivindican una superioridad intelectual y moral”. Por eso a Houellebecq le pareció “preocupante” que algunos políticos de la izquierda y del centro hayan “bloqueado”, a través de alianzas, el afianzamiento del partido de Marine Le Pen en las pasadas elecciones parlamentarias francesas. En cambio, no le pareció “preocupante” que él mismo hubiera calificado a Donald Trump como un “buen presidente” en un ensayo en 2019. Es más: estaría dispuesto a apoyarlo en estas elecciones: “Trump no empezará guerras”. “¿Y si deja de apoyar a Ucrania?”, dijo Miecznicka. “Eso está bien”, dijo Houellebecq. Miecznicka le recordó que los ucranianos solo quieren liberar su territorio. Y Houellebecq (aún sobrio) dijo: “¿Qué me importa? Al principio de la guerra me sorprendí porque pensé que Ucrania era rusa” (Putin dijo lo mismo y, para revivir el gran sueño de la antigua Unión Soviética, resolvió invadirla).

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En Ampliación del campo de batalla (1994), su primera novela, se lee: “Una tarde, al volver de la ‘sesión’, anotó esta frase de Lacan: ‘Cuanto más desagradable seas, mejor te irán las cosas’. Sonreí; y me equivocaba. En aquella fase, la frase no era más que un ‘programa’; pero Véronique iba a aplicarla punto por punto”. Houellebecq también ha sido fiel a su programa punto por punto, aunque yo no creo que sea capaz de reírse ya como los auténticos poetas malditos.

Por Luis Fernando Charry

Escritor, periodista y editor
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