Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.

Una trilogía política

Luis Fernando Charry

18 de octubre de 2025 - 12:04 a. m.

Aunque El pudor del pornógrafo (1984), El pasado (2003) y La mitad fantasma (2021) se podrían leer como una trilogía sobre los restos de la pasión amorosa (ya les dediqué en estas páginas una columna: “Trilogía de los afectos”), lo cierto es que Alan Pauls solo ha escrito en rigor una trilogía (hace unos meses se reeditó en un volumen con un título bastante indicativo: Tres novelas de época). Esta trilogía tiene un trasfondo político —abarca los años setenta, acaso la década más convulsa de la historia reciente argentina—; pero lo político se incorpora a la ficción desde una perspectiva en clave menor, carente de cualquier énfasis, todo lo contrario de muchos escritores contemporáneos —los nuevos intelectuales sartreanos al mejor estilo new age— cuya “propuesta” consiste en “reescribir” la historia nacional en un tono grandilocuente.

PUBLICIDAD

En Historia del llanto, el protagonista, un niño sensible, hijo de padres divorciados y liberales, se transforma poco a poco en un adolescente “comprometido”; de ahí que lea con fervor marxista a Michael Löwy, Fanon, Marta Harnecker, Armand Mattelart, entre otros. Sin descuidar la lectura de La causa peronista, el adolescente continúa su fervorosa educación revolucionaria. El aprendizaje va muy bien hasta el día en que el Palacio de La Moneda aparece en llamas en todos los televisores del planeta. Entonces el adolescente, educado en la escuela del llanto, se da cuenta de que no puede llorar.

Esta crisis se agudiza en Historia del pelo, donde el exceso de pelo del protagonista, con sus muchas dificultades para los peinados exóticos, no es tan significativo como un par de sucesos históricos laterales: el paradero de la peluca que usó una guerrillera para secuestrar y ejecutar a un militar de alto rango y la célebre subasta de un mechón del Che Guevara: “En la foto del diario se ve la pieza: un mechón largo, rizado en forma de número nueve acostado”. ¿Cuánto podría pagar un fetichista por esa peluca o ese mechón? ¿Qué “valor” podrían tener? Este tipo de incertidumbre reaparece en Historia del dinero: “Cómo hace la cúpula guerrillera, una vez capturado el objetivo, como se dice en la jerga militar que hace furor por entonces, para calcular el monto a pedir. ¿Qué criterios siguen, a qué estimaciones se atienen, cómo razonan esa peripecia contable?”.

Read more!

A estas alturas el niño de quince años recién cumplidos ve por primera vez a un muerto. Es un amigo del segundo marido de su madre, y la repulsión que siente al verlo en el ataúd es idéntica a la que sintió cuando lo conoció. ¿Quién era ese tipo? ¿Cuánta plata había en el maletín que llevaba en el helicóptero que se hundió en las aguas del Delta? Y lo que es aún más relevante: ¿Para qué era esa plata? Con esto se despliegan las conjeturas alrededor de ese último viaje rumbo a aquella fábrica en huelga: ¿Iba a “comprar” a los huelguistas o iba a “pagar” para que los huelguistas fueran exterminados?

Así, entre destellos en apariencia insignificantes, Pauls anula cualquier “actitud comprometida” ya que no pretende retomar o recrear los grandes acontecimientos sino más bien poner una vez más en circulación los “efectos” que esos grandes acontecimientos produjeron en su época.

Por Luis Fernando Charry

Escritor, periodista y editor
Conoce más
Ver todas las noticias
Read more!
Read more!
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.