Como si nada hubiera pasado y como si Teusaquillo no tuviera una reglamentación especial para su conservación, el edificio para Fedegán, en la calle 37 abajo de la Caracas, está a punto de ser legalizado.
El director del Instituto Distrital de Patrimonio Cultural, IDPC, ya “autorizó” la modificación de la licencia de construcción. Ahora sólo queda la “aprobación” por parte de la Curaduría Urbana No. 3. Si aprueba, Fedegán se habrá salido con la suya. Si no aprueba, el edificio “debería” ser demolido.
La obra fue sellada por primera vez a finales de 2010 por incumplir las normas de alturas, retrocesos, sótanos y rampas. Por las mismas razones, y a pesar de haber demolido un voladizo, uno de los pocos errores susceptibles de enmienda sin desbaratar el edificio, la obra fue sellada por segunda vez en mayo de 2011. No obstante, la Federación de Ganaderos insiste en que “todo se resolverá”. ¿Resolver qué? Como les aprobaron un edificio de 12,80 metros de altura y construyeron uno de 15 metros, está por solucionar si la infracción se legaliza o se penaliza.
Para demoler, tenemos en una esquina a este colectivo, Ciudades Invisibles, y tres instituciones: Sociedad de Mejoras y Ornato, Arquiandinos y Sociedad Colombiana de Arquitectos (SCA-Bogotá). En pro de legalizar estarían, en la otra esquina, dos instituciones: Renovación Urbana, con el aporte de una gerente que es a la vez la arquitecta del edificio, y el Instituto Distrital de Patrimonio Cultural (IDPC), con el aporte de la reciente firma de su director. Unos y otros estamos a la espera de lo que diga la curaduría.
¿Por qué si un edificio se aprueba con unas dimensiones resulta con otras? ¿Por qué el IDPC le da un segundo visto bueno después de un segundo sellamiento por parte de la Alcaldía de Teusaquillo? ¿Por qué la curadora no le ha dado la nueva licencia, si ésta ya viene “lavada” por el jefe de patrimonio de la ciudad? ¿Qué opinan del monstruo la SCA-Nacional y el Consejo Profesional de Arquitectura? Tres cuartas partes del misterio se disipan en un par de renglones.
Primero, se construye un edificio más alto porque alguien así lo quiso y para ello fue necesario hacer un doble juego de planos, de manera que mientras ingenieros y maestros trabajan con una versión alterada de los planos, a cualquier fisgón que se aparezca se le da un parte de “todo en orden”, con los planos aprobados por la curaduría. Segundo, el IDPC autoriza la modificación de la licencia porque dicha institución, además de estar al servicio de la ciudad, tiene también sus obligaciones con el Poder. Tercero, a pesar de la presión, la curadora sabe como nadie que una flagrancia tan burda no la tapa ni Christo Javacheff, el búlgaro que cubrió el Reichstag de Berlín.
Por: Juan Luis Rodríguez