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Sostenibilidad y contexto

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Ciudades invisibles
04 de noviembre de 2011 - 11:00 p. m.
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Mucha de la arquitectura actual busca formas aparentemente “nuevas”, aunque es muy difícil que lleguen a serlo y que además tengan sentido.

En Colombia, muchos calcan las penúltimas modas o repiten estereotipos de edificios bioclimáticos de climas con estaciones sin considerar que aquí no las tenemos. Y desde que el diseño quedó enteramente a cargo de arquitectos que se creen (o son) artistas, los edificios se piensan como volúmenes totalmente independientes de paramentos, alturas o aislamientos, e incluso se modifican los andenes para acomodarlos a sus "obras".

Raramente la arquitectura en el país es resultado de la experimentación ni consecuencia de la percepción, observación y evaluación de los mejores ejemplos de nuestra arquitectura tradicional. Pero hacerlo se volvió prioritario e indispensable pues la contextualidad y sostenibilidad, que fue obvia en los edificios del pasado, se tornó ineludible en un presente amenazado por el cambio climático y la destrucción indiscriminada del patrimonio construido.

Nuestra arquitectura debe responder a nuestros específicos problemas de contexto y sostenibilidad, con una estética derivada de las formas de los edificios según su latitud y altura sobre el nivel del mar y las características del espacio urbano en el cual se localizan. Los mejores paradigmas en este sentido están en nuestro urbanismo y arquitectura coloniales. Restaurarla y reutilizarla no sólo es importante para conservar e identificar imágenes valederas de la cultura construida o para usarla y disfrutarla, sino también porque nos muestra cómo podríamos utilizar ese pasado, presente en nuestras ciudades, para mejorar su futuro.

Los patios, por ejemplo, una constante vital en nuestras casas tradicionales, y los claustros, patios centrales de mayor tamaño, son el punto de partida de una arquitectura en la cual cambios lentos e imperceptibles posibilitaron la supervivencia de un espléndido principio creativo a través de muchos siglos. De ahí que sea equivocado congelarla en clasificaciones estilísticas para decidir qué se conserva o agrega. Pero lo peor fue el paso de unos pocos materiales y sistemas constructivos a su rápida y atolondrada multiplicación, y haber superpuesto al trabajo de artesanos el de profesionales con formación como de otra parte.

En muchas de nuestras ciudades ya casi no queda nada de ese pasado más lejano y muchos de su bellos edificios viejos tienen ya un aire de falsedad y pastiche. Nos preguntamos por qué, sin entender muy bien, los hechos actuales cambian la manera de abordar el futuro y ver el pasado. Y todo existe en el presente, como dijo Agustín de Hipona. ¿Podremos levantar de la mano de la ciencia y el arte una arquitectura para nuestros climas y paisajes, conformando ciudades emocionantes y placenteras? Es imprescindible aprender a mirar críticamente y entender qué significa "sostenibilidad" y "contexto".

Benjamín Barney Caldas
 

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